miércoles, 27 de noviembre de 2019

Bueno, empezamos...

                                                                SHPRESA

El ruido de unas escobillas giratorias resonó con brusquedad en su cabeza embotada y abrió los ojos. Todavía era de noche, aunque la ciudad llevaba un rato despierta. Estiró el brazo palpando con la mano el suelo acartonado hasta que encontró lo que andaba buscando. Se sentó y, apartando la pestilente manta que cubría su cuerpo, apuró el poco vino que le había sobrado del día anterior. Hizo una mueca de asco, lanzó el cartón de vino a un lado y se escuchó un eructo. Apenas podía abrir los ojos. Tenía los párpados bañados en gelatinosas legañas y cosidos a la piel. Al ruido de las escobillas le acompañaba también unos pitidos agudos que sonaban a intervalos. Se limpió los ojos con los dedos sucios y a través de las ramas, al otro lado del seto, pudo distinguir lo que parecía una figura humana que se dirigía hacia él. Llevaba una máscara y unas grandes gafas que impedían ver su rostro, y también un mono abombado, desde el cuello a las rodillas, que rozaba con el tiro alto de unas botas impermeables. Agarraba con ambas manos un tubo flexible de color negro que emergía por detrás de su espalda. La boca del tubo, de diámetro considerable, olisqueaba en zigzag el imperturbable suelo provocando la estampida de lo que encontraba por delante. A dos metros de distancia la figura humana se dio la vuelta bruscamente y siguió su camino. Una nube de polvo y hojas lo envolvió todo. En un acto reflejo metió la cabeza entre las piernas. Aguantó la respiración y se apretó con fuerza a sí mismo. En un primer momento sólo había negrura y mucho ruido. Pero luego empezaron a aparecer por su cabeza aquellas imágenes de paredes desconchadas, de coches carbonizados, de uniformes repletos de botones, gente despavorida corriendo por las calles… y luego aquella niña, una niña en medio de todo, con el pelo enmarañado y abrazando una muñeca. La niña lo miraba directamente a los ojos, directamente. Shpresa empezó a sentir como retumbaban con fuerza los latidos del corazón entre las dos clavículas, ganando velocidad progresivamente. Levantó la cabeza de súbito y volvió al lugar tétrico donde había mal dormido esa noche: recogido entre la sombra de una pared y un seto descuidado. A cuatro patas atravesó las ramas enrevesadas del seto y alcanzó el pavimento. Vio cómo se alejaba el diminuto coche de la limpieza con su luz amarilla en el techo, dejando tras de sí un suelo mojado y aparentemente limpio.

La avenida Blasco Ibáñez estaba prácticamente vacía. Las farolas todavía escupían luz y esporádicos coches circulaban por el asfalto. Tampoco se veía a los apresurados estudiantes desplazándose con alegría a sus claustros. En las últimas semanas, Shpresa estaba durmiendo, junto con otros mendigos, en la zona de facultades, cerca del Hospital Clínico. Sabía que en apenas una hora aquel silencio y paz se iban a convertir en un vaivén de vehículos y estudiantes colapsando la avenida. Cruzó los carriles hasta alcanzar la zona ajardinada, que se extendía entre las calzadas de circulación, y se sentó en un banco de piedra, debajo de una arboleda. Algún que otro vecino con cara de dormido paseaba su perro. 

Sentía como si tuviera unas tenazas constriñéndole las sienes y la lengua más áspera que la suela de sus agujereadas zapatillas. Ayer se volvió a exceder con el vino, como iba siendo costumbre. Empezó a sentir también un desconsolado vacío en el estómago. Llevaba sin comer no sabía cuánto tiempo y las últimas monedas las había derrochado en un vino de mesa asqueroso. Tenía que conseguir algo para echarse a la boca. Pero los supermercados aún no estaban abiertos y no podía acurrucarse delante de sus puertas automáticas y tantear la suerte. No le gustaba en absoluto pedir limosna, pero las opciones estaban llegando a su punto final. Me encamino hacia el precipicio, se decía en voz baja, al mismo precipicio. También podía buscar una calle y sacar unas monedas como aparcacoches, pero no tenía cuerpo para eso. Además, la última experiencia le había costado la fractura del tabique nasal. Durante un tiempo compartió con un senegalés una calle cercana para indicar a los conductores los lugares vacíos donde podían aparcar sus coches. Se repartieron la calle por mitades, a la altura de la entrada de un garaje. Y movía el brazo de arriba abajo, como si fuera el péndulo de un reloj clásico de pared. Cada uno ganaba lo que recibía en su tramo. Todo funcionó bien hasta que el senegalés quiso cambiar, decía que se ganaba más dinero en su lado. Y como fue el primero en trabajar en toda la calle, tenía derecho a pedir un cambio. Shpresa, en un primer momento, aceptó. Realmente el negro llegó primero a la calle y le dejó compartir la misma. Era justo. Además, hasta entonces, se habían entendido bien. Pero luego también quiso modificar el punto que dividía la calle, decía que no eran iguales, y Shpresa ahora no podía aceptar. Si continuaba cediendo pronto querría una parte de su recaudación. Vivir en la calle tenía sus propias reglas o ninguna, depende de con quién te toparas. En plena discusión, el senegalés se volvió violento y al final tuvo que sacudirle. Aunque se alimentaba peor que una rata y tenía la sangre macerada en alcohol, Shpresa conservaba sorprendentemente la fuerza que la naturaleza le había otorgado, la misma fuerza que en la guerra resultó letal en el cuerpo a cuerpo. Al día siguiente volvió con cuatro más y no pudo defenderse. Recibió una buena tunda, y si no fuese por la llegaba de la policía quizá no lo hubiera contado. Alguna vez todavía le dolía el hueso roto de la nariz. Mientras observaba un pequeño bulldog vaciando su vejiga en medio del césped se acordó de un lugar, no lejos de allí, donde seguro que iba a recibir un café caliente y un par de madalenas.

continuará...


Por José Luis Romero




CORRUPTOR
ABUELO

Hacía tiempo que no veía a mi hijo tan alterado. Me sorprendió que no pidiera permiso para entrar en el despacho. Él que mantenía el respeto profesional hacia el Jefe de la empresa como cualquier otro trabajador. Su cara estaba enrrojecida y no encontraba como empezar a contarme el problema. Le hice sentarse en el sofá de las visitas y traté de calmarle:

-Tranquilo. No permitas que los problemas te alteren de esa forma. No será tan grave.
-Padre. Tu nieto quiere dejar la empresa.
-Será un enfado momentaneo. -no me dejo seguir-
-De momentaneo nada. "Criterios éticos le impiden seguir en la empresa" me ha dicho el muy cretino.

Respiré profundamente y me quedé mirándolo. No me gustaba que me interrumpiera cuando hablaba, pero entendía el problema y me di cuenta que se sentía desbordado e incapaz de solucionarlo.

-Entonces imagino que quieres que hable yo con él y que resuelva el problema.
-Sí -dijo sin levantar la cabeza-

No llevaba nada bien que le hiciera ver su incapacidad de comunicación con su hijo. Tras pensar un poco como actuar le pedí que me contara todo lo que supiera. Tras una larga conversación me quede unos minutos pensando y le pedí a la secretaria que llamara a mi nieto al despacho.
Entró con paso tranquilo, demostrando que sabía lo que quería y seguro de que yo le iba a llamar. Supe en ese instante que él ya contaba con que le llamaría y que se habría preparado lo que iba a decirme. Era mucho más hábil que su padre. Tendría que ser muy directo si quería obtener resultados.

- Así que quieres irte de la empresa. Explicame las causas. Tu padre apenas supo hablarme de no se qué problemas éticos.
-Sí. Son problemas éticos. He descubierto como estáis comprando contratos. Me habéis ocultado que lo hacíais y eso me duele aún más.
-Sabía que tenías que enterarte algún día. Esperaba que fuera más adelante cuando estuvieras más hecho a la empresa y comprendieras mejor los complejos requisitos de la contratación pública.
-Abuelo. Tú mismo has hecho que me especialice en contratos. Casi me conozco la Ley de contratos del sector público de memoria y lo sabes ¿A qué complejos requisitos te refieres?

Estaba sorprendiendome con su frialdad. Yo esperaba ganármelo con alguna explosión emocional que le hiciera comenter algún error. Esta vez lo había subestimado.

- Has visto como funciona la competencia y como compra los contratos a un partido politico con donativos.
-También he visto como llevan al presidente del consejo de dirección y al gerente ante los tribunales por corrupción y les toca cambiar el rumbo y de equipo directivo.
-Nosotros no hemos cometido ese error.
-Yo no me intereso en los errores no cometidos. Me intereso en lo que se ha hecho en esta empresa estando yo trabajando en ella. 

Le había contado a su padre como siguió sus viajes a Suiza el año anterior y como tras esas gestiones allí habíamos ganado de golpe tres concursos y que este año había vuelto a suceder lo mismo. Sabía que nuestras cuentas no habían movido ni un euro hacía ningún político español, pero nuestros socios suizos si que habían recibido unas ayudas muy significativas. Sin contraprestación alguna y para, en teoría, pagar unas fianzas de unos contratos que ellos habían ganado allí se llevaron una cuantiosa cantidad de dinero. En teoría porque los contratos no existían.

En verdad mi nieto era un gran investigador. Sabia que el dinero que recibian los políticos en Suiza vendría de algo punto de aquel país que no se podría vincular nunca con nuestra empresa.

-Sabes que esta empresa es una Sociedad Anónima y que nosotros sólo tenemos el 30% del capital. Los que han comprado las acciones que nos han hecho crecer quieren beneficios. Y siempre quieren más beneficios que el año anterior ¿cómo quieres que los consigamos si no hacemos alguna irregularidad?
-No llames irregularidad a un delito. Además el control de la empresa siempre será tuyo.
-¿No crees que los Suizos puedan incrementar su porcentaje y puedan pasar a dirigir ellos la empresa?
-Tratándolos tan bien como los tratas dudo que quieran el control. Tienen más beneficios si controlas tú que si lo hicieran ellos. Es más, si se diera el caso, seguro que te dejarían a ti seguir mandando.

Me quedé mirándolo un instante Lo veía muy centrado. Estaba seguro que habría preparado esta conversación hacia tiempo. Le daría carnaza a su padre para ponerlo de los nervios y que viniera a mí para que yo le convocara sin tener que empezar pidiendo o justificando. El juego era suyo y empezaba a preocuparme. Tocaba cambiar el tono con un golpe bajo.

-Yo no soy eterno. Sabes que eres el heredero. Por eso te pago casi todo lo que ganas en acciones de la empresa.
-Yo no lo elegí. Dices que seré el heredero. Pero el heredero no quiere seguir tus pasos.
-¿Qué camino quieres seguir?
-Un camino libre de corrupción. Ganar dinero limpio.
-Consideras esta empresa corrupta pero te recuerdo que tienes acciones de ella.
-Ya sé que las tengo y es así porque me pagas casi todo lo que gano con ellas. No te preocupes mi intención es venderlas para trazar mi propio camino desde cero.

Me dejó sorprendido. Tenía que cambiar de estrategia. No quería que se fuese bajo ningún concepto. Pensé hacerme el vencido para darle confianza y que me explicara sus planes. Así que traté de poner la voz como si estuviera abatido y desencajar un poco mi cara.

-¿Cómo?
-Comprando un hotel con el valor de las acciones.
-¿Dónde lo vas a comprar?
-En algún lugar de España que no es Madrid. Me quiero ir a vivir fuera.
-¿Estás seguro de que será una buena inversión?
-Sí abuelo. Me has enseñado tú. Donde voy a comprar el turismo va en aumento.
-Tus acciones están en Suiza. Es por un tema fiscal. Pero no te preocupes. Llama a Werner y él te hará de traductor en el banco donde están depositadas para que las recuperes – dije tratando de disimular una sonrisa que se me escapaba-


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NIETO
Cuando salí del despacho respiré profundamente. me sentía victorioso. Pensaba que por fin podría irme con Rocío a Valencia. Dejaría esa locura. En cuanto cerrara mi relación laboral volaría a Suiza para vender mis acciones para comprar el hotel.

Dos días más tarde aterricé en Zúrich. Había quedado con Werner  para que me entregara las acciones y su venta. Poco antes de despegar me mandó un mensaje indicándome la ubicación del banco donde me esperaba. Al llegar tomé un taxi para ir directamente al banco. Nada más entrar me hicieron pasar a una elegante sala donde me esperaban el depositario de las acciones con el director de la sucursal. La sorpresa fue que ambos hablaban un castellano perfecto. 

Me di cuenta que algo no cuadraba. No necesitaba a Werner de traductor ¿Mi abuelo había mentido o no lo sabía? Inicié la conversación con una pregunta a Werner:

-¿Ha traído los certificados de las acciones?
-Sí. Pero antes de pasar a ese tema he de informarle de varías cosas. En estos dos días ha habido muchos cambios que desconoce y le afectan.
-Adelante, le escucho -dije sorprendido y un poco asustado-
-El hotel Bristol de Valencia ha sido comprado por una sociedad de nueva creación con capital íntegramente suizo.

Se detuvo un momento al ver mi cara completamente desencajada. No podía entender como habían descubierto el hotel que pensábamos comprar en tan poco tiempo. Me di cuenta del enorme error que cometí al rebelarle mis planes al abuelo. Werner prosiguió.

-Si firma los papeles que estoy poniéndole delante  pasará a ser el representante legal y gestor único de la esta nueva sociedad.
-¿Cómo se enteraron del hotel que ibamos a comprar en tan poco tiempo?
-Era facil. Su novia y futura gerente del hotel es de Valencia y el mercado inmobiliario de hoteles no es tan grande.
-¡Ya teníamos un preacuerdo!
-Les hicimos creer que su abuelo quería regalarle el hotel. Además les mejoramos la propuesta económica permitiendo cobrar una parte en francos suizos libres de impuestos.
-No puede creer que mi abuelo me esté haciendo esta jugada tan sucia.
-Yo no veo ninguna suciedad. Veo a un hombre rico que le da lo que quiere a su nieto.
-No creo que esa sociedad sea absolutamente independiente de la empresa de mi abuelo.
-La dependencia que tiene la nueva sociedad es el préstamo que ha solicitado con este Banco. Su abuelo me dijo que no puede jugar con el dinero de su Sociedad Anónima, pero si puede conseguir favores de algunos bancos. Los intereses son muy bajos como podrá ver cuando lea detenidamente los documentos. Entiendo que los necesite leer tranquilamente. Se me ha encargado que esté aquí con usted para responder todas las preguntas que me haga.

Me puse a leer. El nombre de la empresa Rocafe coincidía con el de mi novia Rocío Castelló Fernández. Esa idea sería también de mi abuelo. Había subestimado el poder que tenía sobre los suizos. 

De repente me di cuenta de la dimensión de su juego. Los suizos no eran socios de la empresa del abuelo, eran empleados. El abuelo en verdad tenía más del 50% de las acciones de la SA.  Por eso mis acciones se guardaban en Suiza. No era sólo un problema fiscal. Además el banco era con el que trabajábamos habitualmente y tenían un director de sucursal español. ¿Sería el banco también propiedad de mi abuelo? ¿Buscaba mi abuelo tenerme atado de esta forma? Probé fortuna con la pregunta que lancé.

-Parece que ambos trabajan para mi abuelo. ¿Es cierto que me va a dar tanta libertad como parecen reflejar estos documentos?
-La libertad es relativa. Ninguno de nosotros trabaja directamente para la empresa de su abuelo, pero ambos trabajamos con él y hacemos cumplir sus órdenes. Sería interesante que lea la parte final del documento. Quizá allí comprenda más el alcance de la situación.

Seguí leyendo. Las últimas cláusulas eran las garantías para el banco. Decían que si no podía pagar el préstamo la sociedad sería absorbida por la de los socios suizos. Esta asumiría los bienes y las deudas de Rocafe. Ahora todo encajaba. Tenía la opción de no pagar nada y Rocafe pasaría a ser una empresa más de mi abuelo. Se lo pregunté directamente a Werner y me contestó.

-Si. Es así como su abuelo ha hecho crecer sus posesiones. No creo que él tuviera problemas que usted se encargase de desarrollar una división hotelera desde nuestra empresa diversificando aún más el negocio.
-¿Ha dicho aún más?
-Sí ¿Sabe quiénes son la empresa panameña que tiene otro 10% de la SA?. Imagino que ahora estará pensando que es otra empresa de su abuelo y acertará. Ellos también están implantados en Estados Unidos con inversiones importantes en otras áreas. Son una empresa más grande y potente que la nuestra.

-Pero también tengo la opción de pagar el préstamo o incluso quitármelo pagándolo con mis acciones.
- Si esa es su decisión no hay problema. Su abuelo me dijo que le tratase lo mejor posible porque dentro de unos años usted será mi jefe.

Otra vez mi abuelo diciendo que yo sería el heredero y todo aderezado con las mentiras que me contó en mi reunión con él ¡Yo que creía haber salido victorioso de aquella reunión! 

Necesitaba tener más información ya que Werner me trataba como si ya fuera su nuevo jefe. Aproveche para seguir preguntando.

-¿Por qué le pusieron Rocafe a la empresa?
-Su abuelo pensó que su novia estaría encantada con ese nombre. Que pensará que habría sido una idea suya no de su abuelo y que no haría muchas preguntas sobre quién sería el dueno de Rocafe con ese nombre.

Esa información me hizo ver la verdadera intención de mi abuelo. Él pretendía que yo siguiera en la empresa y que mi novia nunca supiera que Rocafe no era independiente de su grupo de empresas. Conociendo su forma de pensar llegué a la conclusión que por su cabeza no pasaba la posibilidad de que alguien de la familia se quisiera ir de forma voluntaria de su grupo. Estaría pensando que era la presión de ella la que me había hecho tomar la decisión de dejarlo. Traté de jugar una baza más.

-¿Qué precio tiene para Rocafe el hotel? Quiero comprárselo.
-Rocafe no vende. La única forma que disponga de ese hotel es firmando los documentos que le he traído.

Así era el juego de mi abuelo. Si quería el hotel que habíamos elegido tendría que entrar en su nueva empresa llamada Rocafe. Si no quería tenía mis acciones pero tendría que comprar otro hotel y negociar todo desde el inicio. Me quedé mirando al Director de la sucursal y le pregunté:

-Usted está aquí por si al final decido hacer uso de la acciones ¿No?
-No sólo por eso. Yo voy a volver a España. Ya sea a Madrid o a Valencia.
-Podría explicármelo por favor.
-Si usted se queda con Rocafe yo iré al puesto de trabajo que ha dejado en Madrid. Si no quiere ni regresar donde estaba ni el hotel de Valencia iré a vivir a la ciudad de su novia haciéndome cargo del hotel. No tengo problemas. En ambas ciudades hay un colegio alemán al que llevar a mis hijos.

El círculo se cerraba. Mi abuelo lo tenía todo atado y bien atado. Era el momento de decidir. Pero pedí unos minutos para pensar. No quería hacer nada sin hablar antes con Rocío. La decisión afectaba a la vida de los dos. Así que salí de la sala para hacer una llamada personal.

.... 




 Va tomando cuerpo el relato. Siento dejar abierto el final pero reconozco que aún no lo he decidido. En próximas semanas espero tenerlo claro

miércoles, 20 de noviembre de 2019

UNA VUELTA A LA MANZANA EN VESPA Delia


Corrupción de los adultos con los niños

UNA VUELTA A LA MANZANA EN VESPA Delia 

       

          ELLA, UNA NIÑA DE 7 AÑOS SIEMPRE VE EN JUAN, EL AMIGO DE SU PADRE, QUE NO ES INVISIBLE PARA ÉL.

La saluda y tiene palabras amables con ella, al despedirse, le da con sus dedos índice y corazón de la mano derecha un pellizco en la mejilla, no le hace gracia, le hace daño. Pero piensa que los adultos no calibran la presión de los dedos.



           Se despide con una sonrisa y le da esperanza al decirle:

           - El próximo día, si vengo con más tiempo, te daré una vuelta con la Vespa.



           En realidad, le ha dado una sola vuelta a la manzana en la Vespa y fue hace tiempo. Fue una aventura, no sabía si gritar, si se iba a caer..., solo pensaba que tenía que agarrarse muy fuerte.



            Una tarde, Juan aparece en su casa y mientras que su padre recoge la chaqueta para salir de espalda a ellos, se acerca a la niña y le pide su mano. Ella se la da, y él poniendo la palma hacia arriba, le quema con el cigarro.



             Ella mirándolo sorprendida, grita, llora y sale corriendo hacia su padre.



             - Papá, Juan me ha quemado adrede en la mano con el cigarro.



             Su padre le manda callar, queriendo convencerla que seguro ha sido sin querer... y que es ella la que se ha tropezado con el cigarro encendido seguro



–Es que no paras, siempre gesticulando con las manos.



              Y ella sigue llorando, cada vez con más fuerza, ahora de rabia; se mira la mano, al redondel que se ha formado... y que escuece tanto.



               Mira a Juan que se aleja por la calle junto a su padre en alegre conversación.



                Antes de girar la esquina Juan se vuelve, mirándola sonríe y ella, rompiéndose algo dentro, sin saber qué, escucha en su cabeza, primero la voz de Juan y luego la voz de ella.



                - "Siempre me va a creer a mí, tú eres demasiado pequeña".



                Y, todavía llorando, ahora de rabia, y manteniendo la mirada.

                - "Nunca subiré más en tu Vespa, haces trampas".

CLICHÉS Delia



Sustituir estos clichés

1.- Ojos como platos

2.- Rojo como un tomate

3.- Tener mariposas en el estómago

4.- Encogerse de hombros

5.- Morderse el labio

6.- Correr como alma que lleva el diablo



UN BESO ROBADO

Debí de mirarle con una cara tan sorprendida, que mis ojos reflejaron mi perplejidad.

Inmediatamente, los pómulos de él empezaron a enrojecer y en su frente se formaron gotas de sudor que bajaban por sus sienes.

Todo fue tan rápido, noté esa sensación que ejercen ciertas situaciones y que recorre el cuerpo, en especial cuando se concentra en el estómago como canicas sueltas.

Aquello no iba conmigo, así no, di media vuelta y me fui

Quería decir algo, pero quizás no fuera el momento

Y me di cuenta que mis piernas pasaban del paso rápido a emprender carrera

¿Qué le diría a mi amiga si se enteraba?

martes, 19 de noviembre de 2019

Intento de arrancar con uno de mis relatos

Argumento:

Celeste y su novio Miguel acaban de irse a vivir juntos por primera vez. Celeste es escritora, trabaja en casa y pasa muchas horas allí sola. Mientras escribe y se encarga de terminar de colocar todas las cosas de la mudanza descubre que desde su cuarto de baño se oye perfectamente a sus vecinos. Se aficiona a escucharles un ratito todos los días y es entonces cuando, creyendo oír la voz de Miguel, se obsesiona con la idea de que este la engaña con la vecina de arriba.

Os dejo aquí un trocito del principio. Está sin corregir ni nada pero así saldo mi deuda de no haber colgado nada últimamente. ¡Perdón!





Llevo tanto tiempo idealizandote que te has convertido en uno de mis personajes de ficción.

Está oscuro y hace mucho frío, estoy recorriendo un pasillo. Puedo ver el final pero no sé dónde empieza. Estoy en una casa que me resulta familiar pero es como si hubieran movido todas las habitaciones de su sitio. Es de día y aunque las ventanas son bastante grandes apenas entra la luz. Se escucha “Kooks” de David Bowie, el sonido llega desde una de las habitaciones y rebota entre las paredes vacías de este lugar hasta perderse en el pasillo oscuro del que vengo. Will you stay in our lover’s story?. “Hunky Dory” es el disco favorito de Miguel. Se escucha una risa, es él pero hay alguien más. De repente, por primera vez desde que he entrado aquí, siento miedo y se me doblan las rodillas. Echo a correr buscando la estancia de la que provienen las risas y me doy cuenta de que en toda esta casa, que parece infinita, no hay un solo espejo. Escucho una luz tenue y veo ruido. Cuando llego allí me encuentro a Miguel, está con una mujer. Tienen el tocadiscos en marcha. Una náusea me recorre el cuerpo. Empieza en la punta de los dedos de mis pies descalzos y termina en la boca de mi estómago. Quiero gritar pero cuando abro la boca no emito ningún sonido. Miguel me ha visto, veo terror en sus ojos pero ni rastro de culpa. La mujer se gira hacia mí, le miro y está ahí pero no puede ser. Will you stay in our lover’s story?. If you stay you won’t be sorry.

Abro los ojos. Fuera llueve y hace tanto viento que la ventana de la habitación se ha abierto  de golpe. Tardo unos segundos en darme cuenta de dónde estoy. Miguel está a mi izquierda, tan profundamente dormido que ni se ha dado cuenta. Está entrando el agua dentro y me levanto a cerrar la ventana que es vieja y de madera. Tan solo han pasado dos días desde que estamos aquí. Las mudanzas me ponen triste, aunque he hecho incontables en los años que llevo de vida. Se suele decir que la gente que se traslada a menudo tiene dificultades para echar raíces pero yo ya me siento en casa y le digo a la gente que en mi barrio hay una cantidad increíble de fruterías, los vecinos son estupendos y en la panadería de enfrente hacen un café buenísimo.

—¿Qué haces ahí de pie?

—El viento ha abierto la ventana. Habrá que cambiarlas, son viejísimas ¿te he despertado?

Pero Miguel ya está roncando de nuevo. Me meto en la cama y enrosco mis pies fríos entre los suyos. No puedo dormir con los pies fríos o el estómago lleno, tengo pesadillas.

LA CLASE 20 de junio 2020

16 al 20 de junio de 2020 LA CLASE Lunes Su aspecto todo él era cuadrado. Incluso por partes era cuadrado, tirando a o...