jueves, 30 de enero de 2020

Matacanes versión 2.0

Es el relato del tío que mata perros. Segundo intento PERO TAMPOCO ME CONVENCE lo cuelgo sólo para que se vea que hago cosas.

Las carcajadas resonaron por todo el Bar de Toño. Cuando cesaron Izan trató de explicarse.
-          Y yo te digo que lo voy a cazar – aunque había más gente en el bar, Izan sólo se fijaba en Jero.
-          Pero vamos a ver, Izan –la forma que tenía Jero de dirigirse a Izan siempre iba acompañada de una sonrisita irritante y un tonito molesto y condescendiente -. ¿Tú entiendes que si le das a oler a un perro un colmillo de jabalí de tu mano huele tanto el diente como tu mano y que eso hace que sea imposible que…?
-          ¡¡A ver si va a acabar por cazarte a ti!! – cortó gritando Sebas el carnicero.
Todos estallaron al unísono en nuevas carcajadas. Algunos ya giraban la cara para que no se les notara que estaban desternillándose. La gracia no había sido para tanto, pero algunos llevaban ya dos o tres cubatas y muchos más porros y aquello empezaba a notarse en el ambiente. Izan se entretuvo mirando a su alrededor esperando a que se calmaran. De pasada observó en el viejo reloj de pared de latón y cristal que aún eran las 23:45. Mala hora. Su madre aún no se habría acostado lo que significaba que Izan estaba atrapado en el maldito bar y estaba obligado a seguir aguantando el chaparrón de risas de aquel montón de borrachos y borrachas a los que no soportaba
En un pueblo tan pequeño no había muchas cosas que un soltero empedernido como él pudiera hacer para matar el tiempo. Las tardes de invierno eran largas, oscuras y frías. Izan podía decidir entre encerrarse en casa con su madre y escuchar el constante chorreo de comentarios desagradables acerca de su físico que siempre le dedicaba, o acudir al bar, pedir un café y esperar a ver quién entraba por la puerta con ganas de humillarle o ignorarle. Normalmente ocurría lo segundo, pero poco importaba. En cuanto se empezaba a consumir alcohol y hachís y la tarde daba paso a la noche, los que le habían ignorado preferían cambiar de tercio y propasarse con él para echarse unas risas a su costa, como en ese preciso instante.
Reírse de él. Un tedioso ritual que había conseguido que a Izan le diera asco el mismo bar. La maldita cabeza carcomida de jabalí que estaba encima del reloj y que siempre le miraba fijamente con la boca abierta pareciendo reírse de él también. Los dos horribles cráneos decorativos de oveja amarilleados de nicotina, recuerdo del tiempo en que se podía fumar en el local. El perenne olor a vino derramado y a coñac que se mezclaba con el de leña ardiendo y que se pegaba a la ropa. Puaj. Para Izan eso no era un bar, era una salda de torturas llena de cadáveres colgando de la pared y en la que estaba obligado a entrar cada día sólo porque carecía de alternativas.
Fue precisamente Toño, el dueño del bar, el que ese día trató de echarle un cable.
-          Escucha, Izan, lo que Jero trata de decir – ambos miraron al interfecto que estaba completamente colorado y tratando de recomponer la compostura sin demasiado énfasis –, es que es imposible que un perro no entrenado rastree a un jabalí concreto por mucho que tú le des a oler ese trozo de colmillo que encontraste vete tú a saber dónde.
-          Lo encontré a los pies del “Cinto Marujo” por donde siempre decís que los guardas han visto al “bijed”.
-          Se dice Big Head, Izan y da igual dónde lo encontraras. Tus perros no tienen ni idea de rastrear por muy descendientes de los de tu padre que sean. Tu padre, era cazador y entrenaba a sus perros cosa que tú nunca haces. De hecho, nadie sabe qué diablos haces con los perros aparte de alimentarlos y perderlos. Cada vez que sales pierdes uno o dos. Por cierto, cuántos bracos te quedan ¿tres?
Izan bajó la cabeza y torció el gesto al recordar con fastidio a su padre al que llamaban “El Braco” porque nunca usó otra raza de perro para cazar. Su ejemplo le condenaba a salir siempre malparado por comparación.
-          .Cuatro. Se me escapan porque no me ven como a su amo. Encuentran un rastro, lo siguen y nunca los vuelvo a ver. Mi padre era un cabronazo que nunca me quiso enseñar a entrenar a los perros y a cazar
-          ¡Un momento!  - Josillo “el pastor” un hombretón ya entrado en años que siempre vestía camisas de cuadros alzó la palma de la mano como queriendo detener un taxi y mirando muy serio hacia donde estaba Izan le increpó elevando el tono de voz - ¡ “El Braco”, tu padre, en Gloria esté, sí “quintentó enseñate” a cazar pero siempre se quejaba el hombre de que a ti no había forma humana de hacerte madrugar! ¡”Dicía” el hombre que siempre andabas “enganchao” a la “vidiosola” esa “toa” la noche y ni había un Dios que te despertara al día siguiente! ¡Cucha! ¡A mí ni me gusta “questos” ríanse de ti tampoco, pero no me mentes a tu padre! “Difiendeté” con otra excusa que “lante” de mí, por muy hijo suyo que seas, no “te se“ ocurra mentarle. ¡Ale! ¡Anda “pa casa” que tu madre seguro que ya anda en sueños y “nos” les des más gusto a estos que te hacen por tonto!
Y bajando la mano que tenía levantada le atizó una palmada a la mesa en la que estaba tomando chupitos, se levantó y se marchó visiblemente contrariado. Todo el bar se había quedado en silencio. El “Josillo” era un hombre más que parco en palabras, siempre se comunicaba por monosílabos y sólo si alguien se dirigía a él. El hecho de escucharle gritar más de tres palabras seguidas parecía haber impresionado a la concurrencia. Todos le siguieron con la mirada hasta que salió del bar, momento que Toño aprovechó para retomar la conversación.
-          Como te decía, es imposible que así caces nada de nada y menos al “bicho” detrás del que todos andan. Si los cazadores de verdad no han dado con él tú lo tienes poco menos que imposible Izan. Mucha potra debes tener para que se te cruce por delante y más por las tardes que es cuando sales tú a “cazar” – esto último lo soltó haciendo con ambas manos el gesto de las “comillas” y con cierto retintín, para acto seguido hablarle en un tono más sosegado como si le estuviera haciendo una confidencia – . Por cierto, el “Josillo” tenía razón, ya pasan de las doce.
Izan no añadió nada más y decidió marcharse. No pareció importarle a nadie ya que nadie le prestaba ya la más mínima atención. Todos habían retomado sus conversaciones en pequeños corrillos o sus partidas de cartas alrededor de las mesas en las que estuvieran sentados.
En cuanto salió por la puerta sintió un frío helador más intenso de lo habitual. Recorrió los escasos trescientos metros de subida que separaban su casa del bar y jadeando abrió con cuidado la puerta del patio trasero. Su madre no le dejaba usar la principal para que no se la ensuciara. Subió por las escaleras de ladrillo a su habitación haciendo el menor ruido posible, se puso el pijama y bajó de al salón. Atizó el fuego de la chimenea, se colocó los auriculares y se puso a jugar al Fornite en la tele grande.
En la isla donde mútiples jugadores abatían los avatares de otros, habían incluido una estructura nueva. Un bar como el de su pueblo. Ïzan no se extrañó y entró a ver si encontraba a Jero y le pegaba un par de tiros. Estaba realmente conseguido, cada detalle estaba reproducido en el videojuego. Ahí mirándole fijamente seguía la cabeza de jabalí carcomida que el abuelo del actual dueño, colocara en la única pared sin ventanas el día de la inauguración del Bar, allá por el año catapún. Una estufa de hierro idéntica a la real estaba colocada exactamente en el mismo lugar, entre las mesas, calentando el interior. Las mesas y las sillas de madera que habían sustituido a las anteriores de hierro y formica estaban distribuidas exactamente de la misma manera. Pero no había un alma allí dentro. Lástima.
No tenía nada que hacer allí así que volvió a salir. Estaba en su pueblo, o en una reproducción exacta pero cubierta por una espesa niebla. La televisión grande del salón se había desvanecido. Izan se vio a sí mismo dentro del propio videojuego pululando por las calles del pueblo casi sin visibilidad. Era de noche y en su deambular errático por las calles se guiaba por el tenue resplandor amarillento de los farolillos de los portales que algunas de las casas, tenían encendidos. La niebla era tan densa que al respirarla se sentía entrar en los pulmones. Le costaba caminar. No avanzaba con fluidez, parecía que sus movimientos eran a cámara lenta como si estuviera constantemente caminando dentro del agua. Entonces se dio cuenta de que se había desorientado. No sabía muy bien dónde estaba. Pensó que en las calles del pueblo no hay farolillos en los portales. Se detuvo. Trató de escuchar. El único sonido que pudo distinguir fue el de una campanada solitaria resonando a lo lejos. Aquello empezó a sobrecogerle. Tiritó.
-          Quiero ir al bar – dijo en voz alta, como si eso fuese a hacer aparecer el bar delante de sus narices. Nada ocurrió.
A su espalda un gruñido bronco, feroz, se abrió paso a través de la niebla. Izan, asustado se giró instintivamente pero no vio nada. El tenue resplandor de los farolillos desdibujados por la niebla había desaparecido, sin embargo, seguía habiendo luz. Una luz azulada cuyo origen no podía determinar. Muy cerca de él, de donde había provenido el gruñido bestial retumbó un ladrido extraño, agudo, como mezclado con un quejido cánido. El eco que produjo rebotó varias veces en mil sitios diferentes amplificando primero su magnitud para después ir disminuyendo progresivamente hasta que se perdió en la nada de la espesa niebla tras Izan. Acto seguido escuchó un resoplido terrible parecido al piafar de un caballo gigante con ronquera. Izan hubiera jurado que provenía de algo que era bastante más alto que él. No se oían pasos ni pezuñas sin embargo sabía que algo se acercaba. De pronto, ante sus narices emergió la forma grisácea de un lomo monstruoso, peludo y encorvado que caminaba en silencio directo hacia él.
Izan salió corriendo en dirección contraria, pero se encontró de repente con la puerta del bar. Se estrelló de bruces contra ella. Trató de abrirla pero no encontraba el pomo. La habían cerrado. Izan abrió la boca para gritar pero ningún sonido se produjo en su garganta. Echó un vistazo hacia atrás y vio la forma enorme dirigirse con cierta parsimonia hacia él. La cadencia de sus pasos era lenta, calmada, como si caminara con deliberada lentitud. El vaivén de aquel lomo enorme, cortado y brusco a veces, delataba cierta cojera o dificultad al caminar, como, como, como un zombi cheposo, gigantesco y peludo. Izan le dio la espalda y de nuevo trató con todas sus fuerzas de abrir la condenada puerta. Abrió la boca de nuevo para chillar pero nada, aquella niebla ahogaba sus alaridos de pánico. Entonces la bestia tosió. Izan sintió el golpe de su aliento fétido e hirviente en la nuca. Olía a podredumbre ardiendo, como si alguien estuviera quemando una montaña de estiércol. Ya no se atrevió a girarse, prefería no mirar. Algo le estaba mordiendo las piernas. Abrió la boca todo lo que pudo y forzando su organismo obligó a sus pulmones a expulsar el aire tan fuerte que
Su propio alarido lo despertó. Estaba acalorado y sudando. Las piernas le ardían. Una brasa había saltado desde la chimenea y se le había quedado parada sobre el muslo derecho quemándole la piel. Se la espolsó a manotazos. Estaba sentado en el sofá con las piernas abiertas y los pantalones bajados hasta los tobillos. Su madre, estaba plantada frente a él, mirándole fijamente y manteniendo una indescriptible expresión de asco en el rostro.  A su lado Doña Urbana no parecía saber dónde meterse y se escondía tras la espalda de su madre aunque lanzaba miradas furtivas por encima de su hombro.
-          ¿Lo ves Urbana? ¡Es que luego esto luego lo cuento en la asociación y no se lo creen! ¡Pero, Urbana, no te escondas leches! ¡¡Míralo, tú míralo!! QUÉ VERGÜENZA.
-          ¡¿MAMÁ?! – gritó Izan sorprendido al verse recién levantado desnudo de cintura para abajo delante de Doña Urbana.
La televisión grande del salón seguía encendida. En la pantalla la lista de videos porno iniciada esa noche pasada seguía reproduciéndose. Izan empezó a subirse a tirones los pantalones del pijama al tiempo que intentaba encontrar el mando de la televisión en el sofá sin éxito. Recordó que la noche anterior se había cansado de jugar al Fornite y había decidido masturbarse antes de irse a la cama. Se puso la lista de reproducción de videos de “you porn” y no, no tenía claro qué pasó después. Evidentemente no estaba en su cama. Trató de recordar.  ¿Se había dormido haciéndose una paja? ¡Dios!
En la pantalla una tía con las tetas hinchadas como globos se trabajaba con avidez como medio kilo de carne en barra jadeando con extrema exageración. La pobre Urbana, estaba tan escandalizada que cambiaba de posición constantemente, a un lado la única escena porno que vería en toda su vida y al otro el patético hijo de su amiga tratando de subirse los pantalones al tiempo que buscaba el mando a distancia a manotazos.
-          ¡Lo tengo yo hijo! – su madre extendió una mano hacia él portando el anhelado mando a distancia. ¡Toma anda toma!
Izan no se anduvo con delicadezas y se lo arrancó de la mano literalmente. Nervioso y humillado como estaba no acertó a apagar la televisión hasta pasados unos interminables segundos. Casi al mismo tiempo al fin consiguió subirse del todo los pantalones. Urbana ya no aguantó más y sin decir una palabra se dirigió deprisa a la puerta de salida principal con la mirada fija en el suelo y muy seria.
Su madre, con el rostro surcado por las lágrimas, se quedó mirando al suelo y empezó a hablar entrecortadamente.
-          Tu padre y yo, nos matamos a trabajar para darte una educación, una vida mejor que la nuestra.
Izan, tratando de componer los pocos trozos de dignidad que le quedaban se quedó mirando a su madre con una expresión de sorpresa e incomprensión infinitas. Mientras, ella seguía a lo suyo.
-          ¿Sabes lo que hemos tenido que pasar para darte la mejor vida posible?
Entonces, como si un demonio la poseyera, dejó de mirar al suelo, se encaró directamente con Izan y apretando los dientes con furia descontrolada le escupió las palabras como si quisiera estampárselas en la cara.
-          Y TÚ LO ÚNICO QUE HACES ES VAGUEAR Y DESPERDICIARLA.
Izan escuchaba lo que decía su madre, pero no lo asimilaba. En su mente no paraba de bullir la idea de lo que iba a tardar la señora Urbana en contar lo sucedido. Lo que tardaría en hacerse viral en el pueblo. Lo que iba a ocurrir después, salir a la calle sería un infierno y aparecer de nuevo por el bar quedaba descartado. Cómo se iban a cebar con él, en especial Jero. Entonces se fijó en lo que su madre apretaba con rabia en la mano izquierda: la pala de hierro que usaban para sacar las cenizas de la chimenea.
-          ¿¿ME HAS PUESTO TÚ LA BRASA EN LA PIERNA VIEJA PUTA LOCA??
-          ¿Qué me has llamado vago imbécil, parásito, bueno para nada?
Izan observó cómo, con movimientos lentos y torpes, su madre alzaba el brazo que sostenía la pala e intentaba golpearle con ella. Izan, completamente ciego de ira detuvo el ataque sin ninguna dificultad y respondió propinándole un fortísimo empujón. Izan pesaba más de cien kilos y su madre apenas cuarenta. Por la fuerza del golpe, la mujer salió medio volando y se estampó de espaldas contra el aparador de puertas de cristal que contenía la vajilla buena y un montón de fotos de Izan de niño. Un estrépito descomunal de vidrios haciéndose añicos invadió el salón. Su madre, tras estamparse contra el mueble, cayó de rodillas en el suelo de terrazo golpeándose con fuerza los huesos que sonaron como dos cocos rebotando contra una piedra. La pala salió volando y fue a parar a los pies de Izan que la recogió.
Los vidrios de las puertas del aparador estaban hechos añicos. Muchas piezas de la vajilla se habían salido de sus estantes y se habían pulverizado literalmente contra el suelo. La anciana permanecía en el suelo rodeada de cristales rotos, de rodillas sin quejarse y sin hablar, como si estuviera rezando en silencio. Izan en pie frente a su madre blandió la pala como si de un mandoble se tratara y la emprendió a golpes contra lo que quedaba sano de aquél aparador. Una y otra vez, lanzaba un golpe tras otro contra la vajilla que se había salvado del primer empellón hasta que no quedó nada, luego machacó los marcos baratos que habían mostrado sus propias fotos durante décadas en aquel mueble, no paró de darles golpes hasta que los hizo fosfatina, su madre se dejó caer de costado y permaneció inmóvil en el suelo. Luego le llegó el turno a la televisión, a los adornos que estaban encima de la repisa de la chimenea, a la pared, al suelo y al sofá. Hasta que no consiguió rajar a golpes de pala algunos de los asientos, Izan no consiguió controlar la furia desatada que sentía y detenerse. Su lamentable estado físico también jugó su papel. A causa del esfuerzo jadeaba como un asmático, y sudaba como un caballo desbocado a punto de reventar.
Dejó caer la pala al suelo y desplomó sus 105 kilos de grasa en el sofá. Su madre permanecía inmóvil tirada encima de un sinfín de cristales en el suelo. Izan aguantó la mirada de desprecio de su madre en riguroso silencio. Pasados unos segundos se decidió a hablar.
-          Estoy hasta los cojones de que todo el mundo en el pueblo encuentre una excusa para compararme con mi puñetero padre. Estoy harto de su ejemplo, de vivir a su sombra. Cuanto más tiempo pasa desde que murió, mejor concepto tiene la gente de él y peor de mí. Como si yo tuviera la obligación de honrarle o algo así. No sé qué mierdas os habéis creído todos, pero te aseguro que voy a poner punto final a esta mierda de espiral de reproches que os habéis montado todos hacia mí.
Todo el salón estaba en penumbra. Siempre lo estaba. Su madre no descorría las cortinas porque así, según decía, no se apreciaba el polvo de los muebles y duraban más tiempo limpios. Izan aspiró hondo por la nariz y sorbió todos los mocos que pudo para componer un gargajo enorme que escupió en el suelo junto a su madre.
-          Voy a terminar con todo lo que huela a mi padre en esta casa y en este puto pueblo de mierda en el que me habéis obligado a vivir. Cuando acabe, no vas a saber dónde meterte, mamá. Vas a ser el puto centro de atención el resto de años que te queden de vida que espero que sean muchos. Vieja de mierda. Lo único que sabes hacer es preocuparte de mantener a raya el qué dirán. Me odias porque es imposible detener el río de burlas que hacen de mí en todas partes. Burlas, que te califican como madre y contra la que no puedes luchar. La única manera que has encontrado para escapar de su influencia es darles la razón, unirte a ellos y humillarme. Bruja. Hoy me has humillado por última vez. A partir de mañana todos los comentarios de lo puta que eres y de la culpa que tienes de lo que va a ocurrir por ser tan mala madre, correrán por siempre en todo el pueblo y no podrás hacer nada excepto soportarlos o marcharte para siempre de aquí.
No hubo réplica alguna a las palabras de Izan. Decidió entonces que ya había descansado suficiente y se puso en pie. Del perchero de madera situado en una esquina, escogió la chaqueta tres cuartos de color verde caqui que había allí colgada y se encaminó hacia la parte de atrás de la casa. Se detuvo justo delante de la puerta que conectaba el salón con el patio exterior. Giró sobre sus talones y cogiendo carrerilla le propinó a su madre tres fuertes patadas en las tripas que la dejaron sin aliento. No fue capaz ni de gritar. Lo último que pudo ver antes de desmayarse fue la enorme mole de su hijo dirigiéndose hacia la pueta de salida trasera.
Izan entró en el bar y enseguida el asqueroso olor acre a vino derramado y a coñac se le pegó en la nariz.
-          ¡Hombre Izan! – Jero, el hijo de la Urbana, cómo no. No había tardado ni un segundo en reaccionar. Era un lobo esperando a su presa. En cuanto vio a Izan entrar en el bar alzó la voz para que todos le oyeran bien - ¿Qué me ha contado mi madre…?
Izan hizo uso de otra de las herencias de su padre. Aparte de la jauría y el todoterreno, le había dejado en testamento dos escopetas. La que llevaba oculta bajo la chaqueta tres cuartos color caqui era la corredera cargada con ocho cartuchos. La sacó y le descargó un cartucho de perdigones de posta a Jero en toda la cara a menos de dos metros de distancia. La explosión pilló por sorpresa a todos los allí presentes que se quedaron congelados donde estaban. Era la hora de comer y el bar estaba hasta los topes. El humo lo invadió todo como una niebla densa que costaba respirar. Era como en el sueño de Izan.
Jero no dijo nada más. En cuanto el humo empezó a disiparse Izan distinguió otra figura de la que no se había percatado y que estaba sentada junto a Jero. Era la rusa. La puta de su mujer y cómplice de sus chanzas. Miraba horrorizada los restos de la cabeza de Jero que estaban esparcidos por el suelo y estaban llenándolo todo de sangre. Izan también podía verlos. Retrocedió la corredera y cargó un nuevo cartucho. Apuntó a su cabeza rubia de mierda. Ella intentó gritar.
La segunda explosión volvió a llenar el ambiente de niebla irrespirable, pero en esta ocasión la reacción de todos los allí presentes no fue quedarse quietos. Como una manada de ñus en estampida todo el mundo abandonó las mesas y corrieron hacia la única salida atropellando y volcando todas las sillas y mesas que se encontraban al paso. Todos trataban de alejarse de Izan, algunos lo consiguieron y otros no. El tercer disparo casi a quemarropa se lo llevó el Josillo por la espalda. El tiro le salió por las tripas y el enjambre de perdigones en su trayectoria hirió al tipo que tenía el pastor delante suyo agolpándose también en la salida en su pugna por huir. Los dos se desplomaron al instante. Todo el mundo estaba gritando aterrorizado excepto Izan. En medio de la multitud, Izan distinguió a Toño. Apuntó y disparó de nuevo. Esta vez no se fijó en el resultado. Se giró y fue directo hacia la cabeza de Jabalí carcomida que seguía allí, mirándole, riéndose de él. Justo debajo podía leerse una diminuta placa que decía: Regalo del Braco al bar de Toño por su inauguración.
Esa maldita cabeza había sido un regalo de su padre al abuelo de Toño que también se llamaba Toño. Izan apoyó el cañón de su escopeta justo debajo de la mandíbula y disparó. La cabeza saltó por los aires medio pulverizada por el disparo a quemarropa. Un trozo bastante grande cayó al suelo humeando cerca de Izan. Él lo recogió, abrió la tapa de la estufa de metal y lo echó dentro. Entonces la emprendió a tiros con el bar. Apuntó al mostrador de bebidas y lo voló en pedazos, a la barra, al techo, a las paredes. Se le acabaron los cartuchos y tuvo que recargar. Lo hizo y siguió disparando a diestro y siniestro.
Cuando al fin se detuvo, el bar estaba vacío y en silencio. Como la versión reproducida en el Fornite que había visto en sueños. Miró a su alrededor. La rusa estaba aún sentada en la silla en la que estaba comiendo hacía unos minutos pero con la cabeza colgándole de un hilo de carne hacia atrás. El tiro le había impactado de lleno en el cuello y sangraba profusamente. 

lunes, 27 de enero de 2020

Casi no puedo creerlo. He acabado el relato incluso añadiendo ya algunas cosas que me habíais indicado. Eso sí, sin las correcciones que la seño (esa que envía notas a los padres si nos pelamos la clases) tendría que haberme enviado.

Ahora ya podéis atizarme fuerte. Y Cisnerius tendrá el relato completo. Espero que os guste un poquito más ahora.


José Luis Romero

CORRUPTOR
ABUELO

Hacía tiempo que no veía a mi hijo tan alterado. Me sorprendió que no pidiera permiso para entrar en el despacho. Él que mantenía el respeto profesional hacia el Jefe de la empresa como cualquier otro trabajador. Su cara estaba enrojecida y no encontraba como empezar a contarme el problema. Le hice sentarse en el sofá de las visitas y traté de calmarle:

-Tranquilo. No permitas que los problemas te alteren de esa forma. No será tan grave.
-Padre. Tu nieto quiere dejar la empresa.
-Será un enfado momentáneo. -no me dejo seguir-
-De momentáneo nada. "Criterios éticos le impiden seguir en la empresa" me ha dicho el muy cretino.

Respiré profundamente y me quedé mirándolo. No me gustaba que me interrumpiera cuando hablaba, pero entendía el problema y me di cuenta que se sentía desbordado e incapaz de solucionarlo.

-Entonces imagino que quieres que hable yo con él y que resuelva el problema.
-Sí -dijo sin levantar la cabeza-

No llevaba nada bien que le hiciera ver su incapacidad de comunicación con su hijo. Tras pensar un poco como actuar le pedí que me contara todo lo que supiera. Fue una larga conversación. Me quede unos minutos pensando y le pedí a él que se fuera y a la secretaria que llamara a mi nieto al despacho.

Entró con paso tranquilo, demostrando que sabía lo que quería y seguro de que yo le iba a llamar. Supe en ese instante que él ya contaba con que le llamaría y que se habría preparado lo que iba a decirme. Era mucho más hábil que su padre. Tendría que ser muy directo si quería obtener resultados.

-Así que quieres irte de la empresa. Explícame las causas. Tu padre apenas supo hablarme de no sé qué problemas éticos.
-Sí. Son problemas éticos. He descubierto como estáis comprando contratos. Me habéis ocultado que lo hacíais y eso me duele aún más.
-Sabía que tenías que enterarte algún día. Esperaba que fuera más adelante cuando estuvieras más hecho a la empresa y comprendieras mejor los complejos requisitos de la contratación pública.
-Abuelo. Tú mismo has hecho que me especialice en contratos. Casi me conozco la Ley de contratos del sector público de memoria y lo sabes ¿A qué complejos requisitos te refieres?

Estaba sorprendiéndome con su frialdad. Yo esperaba ganármelo con alguna explosión emocional que le hiciera cometer algún error. Esta vez lo había subestimado.

-¿Has visto cómo funciona la competencia y como compra los contratos a un partido político con donativos?
-Sí y también he visto como llevan al presidente del consejo de administración y al gerente ante los tribunales por corrupción y les toca cambiar el rumbo y de equipo directivo.
-Nosotros no hemos cometido ese error.
-Yo no me intereso en los errores no cometidos. Me intereso en lo que se ha hecho en esta empresa estando yo trabajando en ella. 

Le había contado a su padre como siguió sus viajes a Suiza el año anterior y como tras esas gestiones allí habíamos ganado de golpe tres concursos y que este año había vuelto a suceder lo mismo. Sabía que nuestras cuentas no habían movido ni un euro hacía ningún político español, pero nuestros socios suizos sí que habían recibido unas ayudas muy significativas. Sin contra-prestación alguna y para, en teoría, pagar unas fianzas de unos contratos que ellos habían ganado allí se llevaron una cuantiosa cantidad de dinero. Sólo en teoría porque los contratos no existían.

En verdad mi nieto era un gran investigador. Sabía que el dinero que recibían los políticos españoles en Suiza vendría de algo punto de aquel país que no se podría vincular nunca con nuestra empresa.

Empezaba a asustarme. Veía que uno de mis nietos, los pilares en los que apoyar la empresa cuando ya no pudiese dirigirla yo, se me estaba yendo ¡Con lo inútiles que habían demostrado ser mis hijos y lo buenos y eficientes que eran los nietos que trabajaban conmigo!

Busqué otras alternativas para convencerlo.

-Sabes que esta empresa es una Sociedad Anónima y que nosotros sólo tenemos el 30% del capital. Los que han comprado las acciones nos han hecho crecer pero quieren aún más beneficios que el año anterior ¿cómo quieres que los consigamos si no hacemos alguna irregularidad?
-No llames irregularidad a un delito. Además el control de la empresa siempre será tuyo.
-¿No crees que los Suizos puedan incrementar su porcentaje y puedan pasar a dirigir ellos la empresa?
-Tratándolos tan bien como los tratas dudo que quieran el control. Tienen más beneficios si controlas tú que si lo hicieran ellos. Es más, si se diera el caso, seguro que te dejarían a ti seguir mandando.

Me quedé mirándolo un instante Lo veía muy centrado. Estaba seguro que habría preparado esta conversación hacía tiempo. Seguro que habría puesto a su padre de los nervios para conseguir que viniera a mí. Así había conseguido que yo le convocara sin tener que empezar pidiendo o justificando.

Me sentí como un juguete en sus manos. Cada vez lo veía más lejos de nosotros, su familia. Lo veía tan seguro de sí mismo, tan adulto que casi no lo reconocía. Nunca me había plantado cara así. Tocaba cambiar el tono con un golpe bajo.

-Yo no soy eterno. Sabes que eres el heredero. Por eso te pago casi todo lo que ganas en acciones de la empresa.
-Yo no lo elegí. Dices que seré el heredero. Pero este heredero no quiere seguir tus pasos.
-¿Qué camino quieres seguir?
-Un camino libre de corrupción. Ganar dinero limpio.
-Consideras esta empresa corrupta y tienes acciones de ella ¿Piensas ganar dinero limpio con esas acciones?
-Mi intención es venderlas para trazar mi propio camino desde cero. Pienso convertir las acciones en el sueldo que no me has pagado estos años.

Me dolió. Querer deshacerse de esas acciones era romper con la familia. La empresa era el eje central alrededor de los que todos sus miembros vivían. Otro nieto que me dejaba. Me sentía roto. Desde la muerte de mi madre nunca me había encontrado así de mal. No quería que se fuera y ya lo veía lejos de nosotros.

Me tragué el dolor como lo hice en el entierro de mi madre. Era la cabeza visible y no podía mostrar debilidad. Tenía que encontrar algo que me acercara a él. No se me ocurría nada hasta que recordé el dicho que dice “si no puedes con él únete a él

Decidí hacerme el vencido para darle confianza y que me explicara sus planes. Sólo así podría conseguir un acercamiento. Puse en mi voz el abatimiento que sentía y me permití mostrar el dolor que sentía a través de mi cara.

-¿Cómo piensas ganarte la vida?
-Comprando un hotel con el valor de las acciones.
-¿Dónde lo vas a comprar?
-En algún lugar de España que no es Madrid. Me quiero ir a vivir fuera.
-¿Estás seguro de que será una buena inversión?
-Sí abuelo. Me has enseñado tú. Donde voy a comprar el turismo va en aumento.

¡Con que va a comprar un hotel! Este chico es brillante, incluso más de lo que creía. Seguiré el juego. Seguro que será bueno para los dos.

-Tus acciones están en Suiza. Es por un tema fiscal. Pero no te preocupes. Llama a Werner y él te hará de traductor en el banco donde están depositadas para que las recuperes – dije tratando de disimular una sonrisa que se me escapaba-

En cuanto salío por la puerta descolgué el teléfono. Había muchas cosas que hacer y muy poco tiempo.


NIETO
Cuando salí del despacho respiré profundamente. Me sentía victorioso ¡Menuda jugada la del abuelo tratando de convencerme que yo era su heredero! Porqué no puede serlo Borja que trabaja en los servicios jurídicos o Daniel que ya es segundo de a bordo en la oficina de proyectos, incluso Miguel que ya es un brillante director de obras. Mis tres primos han tenido siempre las mismas posibilidades que yo. Sabía que me ha dicho eso a mí para que no me fuera.

Me sentía libre. Me temblaba todo el cuerpo. Acababa de liberar toda la tensión que había acumulado enfentándome al hombre más poderoso que conocía. Me di cuenta que estaba dejando atrás buena parte de mi vida pasada y me afloraron los recuerdos más intensos de la relación con mi abuelo.

Los veranos los pasábamos siempre en su caseron de Navacerrada. Era muy divertido jugar con mis primos ya que mis hermanas pequeñas jugaban con muñecas y no les hacían gracia nuestros juegos. Mi abuela nos mimaba, pero cuando aparecia el abuelo todo cambiaba.

Disciplina. Esfuerzo. Deberes. Trabajo. Holgazán. Esas eran sus palabras más repetidas en aquellos veranos. Sólo recuerdo que jugase con nosotros una vez. Para nosotros fue un juego. Para el ganarnos al monopoly no lo fue. Cuando acabamos nos dijo que estaba formándonos para el futuro.

Recordé también las comida familiares de Navidad. Ese día, al acabar la comida, nuestros padres y tíos nos daban a cada uno un sobre con dinero. Lo esperábamos con ilusión pues con él iríamos a la feria a subirnos a la noria y a los coches de choque. El abuelo nunca ponía dinero en el sobre. En él sólo habían unas hojas escritas y firmadas. Ya más crecidos nos enteramos que eran acciones de la empresa.

Era duro. Quería que estudiasemos todos las carreras universitarias que a él le interesaban para incorporarnos a la empresa. Sólo dejaba de hacer presión si era una nieta la que decidía hacer farmacia o medicina, pero con los nietos fue implacable. Todos acabamos donde quiso. Al menos yo estudié Empresariales, una carrera que me gustaba. A mi primo Gustavo lo matricularon en Ingeniería de Caminos y dejó de estudiar en el primer año de la carrera. Mi abuelo pasó a considerarlo la oveja negra de la familia. Fue marginado de cualquier reunión familiar en la que estuviera él. Cuando pudo se fue de casa y nunca supimos de Gustavo. Quizá mi tía si sabe algo pero no lo cuenta nunca.

Recuerdo mi trabajo en la empresa con la carrera recién acabada. Lo viví con una sensación de presión constante. Nunca sabías lo que te podría caer encima. Él lo llamaba "un nuevo reto" yo lo vivía como una nueva exigencia incumplible. Esto se repetía casi semanalmente.

Un domingo, tomando unas cervezas con amigos de la facultad, me enteré que Hitler tenía una táctica muy particular. Pedía conscientemente imposibles en sus fábricas de armas para obtener la máxima producción posible. Cuando lo oí imaginé al abuelo con el bigote de Adolf. Incluso tuve pesadillas en las que él, con ese bigote nos daba las ordenes en el trabajo en alemán.

Solté mis recuerdos y me centré en el futuro inminente. Por fin me iría con Rocío a Valencia y dejaría atrás a mi abuelo con sus exigencias, trampas y mentiras. La empresa familiar era ya parte de mi pasado. En cuanto cerrase mi relación laboral volaría a Suiza para vender mis acciones. Cuando comprobé que ya no temblaba llamé a mi novia para contarle la reunión y para que acordase la fecha para compra del hotel.

Dos días más tarde aterricé en Zúrich. Había quedado con Werner para que me entregara las acciones y su venta. Él era el gerente de la Sociedad del Inversiones Ganmor que poseía una parte siginifcativa de la empresa familiar. Poco antes de despegar me mandó un mensaje indicándome la ubicación del banco donde me esperaba. Al aterrizar tomé un taxi para ir directamente al banco. Nada más entrar me hicieron pasar a una elegante sala donde me esperaba junto al director de la sucursal. La sorpresa fue que ambos hablaban un castellano perfecto. 

Me di cuenta que algo no cuadraba. No necesitaba a Werner de traductor ¿Mi abuelo había mentido o no lo sabía? Inicié la conversación con una pregunta a Werner:

-¿Ha traído los certificados de las acciones? -le pregunté a Werner-
-Sí. Pero antes de pasar a ese tema he de informarle de varías cosas. En estos dos días ha habido muchos cambios que desconoce y le afectan.
-Adelante, le escucho -dije sorprendido y un poco asustado-
-El hotel Bristol de Valencia ha sido comprado por una sociedad de nueva creación con capital íntegramente suizo.

Se detuvo un momento al ver mi cara completamente desencajada. No podía entender como habían descubierto el hotel que pensábamos comprar en tan poco tiempo. Me di cuenta del enorme error que cometí al rebelarle mis planes al abuelo. Werner prosiguió.

-Si firma los papeles que estoy poniéndole delante  pasará a ser el representante legal y gestor único de la esta nueva sociedad.
-¿Cómo se enteraron del hotel que íbamos a comprar en tan poco tiempo?
-Era fácil. Su novia y futura gerente del hotel es de Valencia y el mercado inmobiliario de hoteles no es tan grande.
-¡Ya teníamos un preacuerdo!
-Les hicimos ver que su abuelo quería regalarle el hotel. Además les mejoramos la propuesta económica permitiendo cobrar una parte en francos suizos libres de impuestos.
-No puede creer que mi abuelo me esté haciendo esta jugada tan sucia.
-Yo no veo ninguna suciedad. Veo a un hombre rico que le da lo que quiere a su nieto.
-No creo que esa sociedad sea absolutamente independiente de la empresa de mi abuelo.
-La dependencia que tiene la nueva sociedad es el préstamo que ha solicitado con este Banco. Su abuelo me dijo que legalmente era un problema meter el dinero de su Sociedad Anónima en la creación de esta nueva sociedad, pero si podía conseguir favores de algunos bancos. Los intereses son muy bajos como podrá ver cuando lea detenidamente los documentos. Entiendo que los necesite leer tranquilamente. Se me ha encargado que esté aquí con usted para responder todas las preguntas que me haga.

Me puse a leer. El nombre de la empresa Rocafe coincidía con el de mi novia Rocío Castelló Fernández. Esa idea sería también de mi abuelo. Había subestimado el poder que tenía sobre los suizos. 

De repente me di cuenta de la dimensión de su juego. Los suizos no eran socios de la empresa del abuelo, eran empleados. El abuelo en verdad tenía más del 50% de las acciones de la SA.  Por eso mis acciones se guardaban en Suiza. No era sólo un problema fiscal. Además el banco era con el que trabajábamos habitualmente y tenían un director de sucursal español ¿Sería el banco también propiedad de mi abuelo? ¿Buscaba mi abuelo tenerme atado de esta forma? Probé fortuna con la pregunta que lancé.

-Parece que ambos trabajan para mi abuelo. ¿Es cierto que me va a dar tanta libertad como parecen reflejar estos documentos?
-Ninguno de nosotros trabaja directamente para la empresa de su abuelo, pero ambos trabajamos con él y hacemos cumplir sus órdenes. Sería interesante que lea la parte final del documento. Quizá allí comprenda más el alcance de la situación y la relativa libertad de acción.

Seguí leyendo. Las últimas cláusulas eran las garantías para el banco. Decían que si no podía pagar el préstamo la sociedad sería absorbida por la Sociedad de Inversiones Ganmor que dirigía Werner. Esta asumiría los bienes y las deudas de Rocafe. Ahora todo encajaba. Tenía la opción de no pagar nada y Rocafe pasaría a ser parte de la Sociedad que dirigía Werner. Se lo pregunté directamente y me contestó.

-Sí. Es así como su abuelo pretende regalarle el hotel. Él mismo me ha transmitido que no tiene problemas que usted se encargase de desarrollar una división hotelera desde nuestra empresa diversificando aún más el negocio.
-¿Ha dicho aún más?
-Sí ¿Sabe quiénes son la empresa panameña que tiene otro 10% de la SA? Imagino que ahora estará pensando que es otra empresa que trabaja con la de su abuelo como la que yo reprensento y acertará. Ellos también están implantados en Estados Unidos con inversiones importantes en otras áreas. Son una empresa más grande y potente que la Sociedad de Inversiones Ganmor.

Estaba asumiendo el impresionante imperio económico de la familia. Seguro que el abuelo le dijo a Werner que me lo contara. Pero si yo no lo sabía hasta ese momento era porque el abuelo nunca se planteó que pudiera ser su heredero. Cada vez me sentía más pequeño ante el poder que tenía ante mí.

Me di cuenta que aún no había salido del todo de la empresa como creía. No por lo que había maquinado el abuelo con la compra del hotel sino porque yo aún seguía dándole vueltas a la posibilidad de ser el heredero. Decidí seguir adelante tenía que jugar todas mis bazas.

-También tengo la opción de pagar el préstamo o incluso quitármelo pagándolo con mis acciones.
-Si esa es su decisión no hay problema. La propiedad de Rocafe estará encantada y por tanto su abuelo también. Él me dijo que le tratase lo mejor posible porque dentro de unos años usted será mi jefe.

Otra vez la película que quería que viese todo el tiempo: El heredero. Vaya sarta de mentiras que me contó en mi reunión con él ¡Yo que creía haber salido victorioso de aquella reunión! 

Necesitaba tener más información. Parecía que Werner creía de verdad a mi abuelo. Me estaba tratando como si ya fuera su nuevo jefe. Aproveche para seguir preguntando.

-¿Por qué le pusieron Rocafe a la empresa?
-Su abuelo pensó que su novia estaría encantada con ese nombre.

Esa información me hizo ver la verdadera intención de mi abuelo. Él pretendía que yo siguiera en la empresa y que mi novia se sintiese feliz en una empresa con su nombre. Pero Rocafe no era independiente de su grupo de empresas. Conociendo su forma de pensar llegué a la conclusión que por su cabeza no pasaba la posibilidad de que alguien de la familia se quisiera ir de forma voluntaria de su grupo. Estaría pensando que era la presión de ella la que me había hecho tomar la decisión de dejarlo. Traté de jugar una baza más.

-¿Qué precio tiene para Rocafe el hotel? Quiero comprárselo.
-Rocafe no vende. La única forma que disponga de ese hotel es firmando los documentos que le he traído.

Así era el juego de mi abuelo. Si quería el hotel que habíamos elegido tendría que entrar en su nueva empresa llamada Rocafe. Si no quería tenía mis acciones pero tendría que comprar otro hotel y negociar todo desde el inicio. Me quedé mirando al Director de la sucursal y le pregunté:

-Usted está aquí por si al final decido hacer uso de la acciones ¿No?
-No sólo por eso. Yo voy a volver a España. Ya sea a Madrid o a Valencia.
-Podría explicármelo por favor.
-Si usted se queda con Rocafe yo iré al puesto de trabajo que ha dejado en Madrid. Si no quiere el hotel de Valencia iré a vivir a la ciudad de su novia haciéndome cargo del hotel. No tengo problemas. En ambas ciudades hay un colegio alemán al que llevar a mis hijos.

El círculo se cerraba. Mi abuelo lo tenía todo atado y bien atado. Era el momento de decidir. Pero pedí unos minutos para pensar. No quería hacer nada sin hablar antes con Rocío. La decisión afectaba a la vida de los dos. Así que salí de la sala para hacer una llamada personal.

Al sacar mi móvil me di cuenta que continuaba en modo avión. Me había olvidado del móvil pensando en la venta de las acciones. Al activarlo me entraron varios mensajes de llamadas perdidas de Rocío y un mensaje en el que me pedía que la llamara inmediatamente.

La imaginé nerviosa esperando los resultados de la venta de la acciones. Temí desilusionarla. Suspiré profundamente y la llamé.

-¡Hola amor mío!
-¡Manuel, cielo. Me tenías muy preocupada! Pensé que te había pasado algo después de aterrizar.
-Olvidé quitar el modo avión. Lo he puesto ahora porque mi abuelo nos ha dado una sorpresa enorme.

Le relate lo sucedido con el máximo número de detalles que recordaba. Cuando acabé le pregunté:

-¿Qué crees que es lo mejor que podemos hacer?
-¿Aún no has hecho nada?
-No. Quería consultarlo contigo.
-Me alegro que quieras consultarlo conmigo y me alegraré aún más, cuando yo soy quién te llama repetidas veces, que me escuches primero a mí y no me sueltes lo tuyo sin posibilidad de meter baza.
-Rocío, por favor, no discutamos ahora. Has visto que es muy importante lo que tenía que contarte.
-Si me hubieses preguntado porqué te estaba llamando tantas veces te habría dicho que ya sabía la jugada de tu abuelo.
-¿Cómo?
-Sí. Me llamó en cuanto despegaste de Madrid y me contó lo que te ibas a encontrar al llegar.


ABUELO
En cuanto me avisaron que el avión se movía llamé a Rocío. No podía dejar cabos sueltos con este nieto cabezón que se quiere comportar como Gustavo. Cuando descolgó me dijo:
-¿Don Ramiro, no se ha equivocado, soy Rocío?
-Sé quién eres, y no me he equivocado. Te llamo porque he de contarte varias cosas que son de tu interés.
-Le escucho - dijo con voz muy baja-
-En primer lugar decirte que no estoy enfadado con Manuel. Por una parte es comprensible que no me agrade que Manuel se quiera ir de la empresa. Es un trabajador muy valioso, la empresa es mía y además él es un familiar directo. Por otra parte hay algo que me gusta mucho en la decisión que ha tomado.

Paré de hablar un momento para ver la reacción de Rocío. Fue cauta y no dijo nada. Proseguí.

-Me encanta la iniciativa propia. Las ganas de abrir un camino sin quedarse bajo el paraguas de la familia. Y quiero apoyar esa iniciativa.
-Muchas gracias por sus palabras. Me tranquilizan ¿Cómo piensa apoyar la iniciativa?
-Con un regalo.
-¿Cual? -dijo Rocío con un tono que demostraba su interés-
 -El Hotel Bristol de Valencia.

No hubo respuesta y continué aprovechando el efecto sorpresa.

-No sé si me equivoco pero te imagino un poco descolocada. Supe que regalaros. Era fácil saber cuáles eran vuestros planes. Tu especialidad profesional es la actividad hotelera.
-Pero…
-Perdona que te corte pero quiero que sepas que estoy muy contento que mi nieto te haya elegido como su futura esposa. Me encanta que trabajes y que lo hagas en un puesto de gestión, no como otras novias o esposas de otros nietos. Tú sí que vas a conocer la importancia del trabajo. Es él quien forja y hace fuertes a las personas.
-Sí, pero ¿Cómo supo el hotel que queríamos comprar? –dijo Rocío con tono de asombro.
-No es eso lo importante, me interesa que este hotel sea vuestra punta de lanza, que crezcáis.
-No le entiendo.

Noté que estaba descolocada y me alegré mucho. Era un signo que no le disgustaba el regalo. Las cosas iban por donde yo quería.

-He creado una empresa que es la propietaria del hotel. Dicha empresa tiene el respaldo de mis socios suizos y tendrá todas las facilidades legales y económicas para crecer con más hoteles.
-De momento no queremos crecer. Queremos hacerlo bien con ese hotel -dijo Rocío recuperando el tono bajo que usó al principio de la conversación-

Acababa de decir "hacerlo bien con ESE hotel". Ya había aceptado el regalo. Todo iba sobre ruedas. Entonces, sin esperar respuesta por mi parte lanzó la pregunta que esperaba:

-Entonces ¿Es usted o son los suizos los propietarios de la empresa?
-No te preocupes de la propiedad. Serán los accionistas los propietarios y Manuel el Administrador de la misma. Bien sea con un hotel o con una cadena hotelera lo llevareis vosotros. Estoy convencido que tienes buenos amigos de tu edad capaces de dirigir otros hoteles.
-¿Me está diciendo que su intención es que Manuel y yo nos hagamos cargo de una cadena hotelera? -dijo Rocío con un tono de extrañeza-
-Un Administrador y una Gerente. Son los puestos clave y estoy convencido que sois capaces de hacer ese trabajo muy bien.

Se quedó unos segundos callada. Esperaba alguna reacción final y de pronto dijo:

-¿Manuel aún no sabe nada de lo que me está diciendo?
-No. Ya sabes lo cabezota que es. Será el Gerente de la Sociedad de Inversiones Ganmor quien se lo cuente todo.
-Entonces ¿Para qué me ha llamado?
-Para ser el primero en contártelo todo y sobre todo para que, si Manuel aún tiene dudas, le convenzas tú que el mejor camino es aceptar ser el adminsitrador de la nueva empresa y no vender las acciones de la SA para comprar ningún hotel.
-Le agradezco su sinceridad.
-Y yo te agradezco que ayudes a Manuel a tomar la decisión que es beneficiosa para todos nosotros.

NIETO

-En ese caso tú has tenido más tiempo de pensar que hacer ¿qué crees tú que es lo mejor?
-El hecho que ya no estés bajo la dirección directa de tu abuelo te hace sentir mejor ¿No es así Manuel?
-Sí
-No creo que tu abuelo piense poner a nadie que te controle. Serás tú su hombre de confianza en la empresa y el responsable absoluto. La empresa no será tuya pero como si lo fuera.
-Entiendo que  propones que formemos parte del grupo suizo de empresas que posee mi abuelo.

Sentía que mi abuelo había convencido a Rocío mientras yo no podía hablar con ella. El hecho de no haber conectado el jodido móvil nada más bajar del avión aún había favorecido más la estrategia de mi abuelo.

-Te propongo que vivas alejado de tu abuelo. Tu abuelo no es eterno y tú no serás "el heredero" pero ¿Quién se hará cargo absoluto de la división hotelera del grupo familiar cuando el abuelo ya no esté?
-Así no me separo del abuelo.
-Así te separas poco a poco. Sin rupturas bruscas, sin romper con tu familia pero sin marcha atrás. Me parece que la clave es que no vuelvas a la SA.

Me quedé completamente bloqueado. Rocío tenía las cosas más claras que yo. Pero ella no conocía a mi abuelo en el trabajo.

-No puedes entender la forma de dirigir de mi abuelo. Controla empresas por medio mundo y tú crees que él nos va a dejar trabajar como queramos sin entrometerse.
-Manuel, no se a que te refieres con entrometerse. Tú quieres abandonar la empresa familiar por unas cuestiones éticas que consideras muy importantes. Yo también las valoro, pero creo que hay algo todavía más importante.
-¿A qué te refieres?
-Tú y yo hemos ideado un proyecto en común. Proyecto que ambos queremos hacer por encima de todo. Ahora tu abuelo nos lo pone fácil y en ti afloran las dudas. ¿Tu problema es de ética o de miedo a tu abuelo?

La pregunta de Rocío me hizo pensar. Era cierto que habíamos puesto mucha ilusión en nuestro proyecto pero eran ilusiones que nacieron desde diferentes prespectivas. La ilusión de ella de ser gerente de hotel y la mía de librarme de la presión del tirano corruptor que dirigida tanto la empresa como la familia.

Como era habitual el abuelo había encontrado como romper, o corromper, cualquier cosa se interpusiese en su camino. Me daba cuenta que estaba manejando la ilusión de Rocío con el Hotel Bristol. Yo la había visto disfrutar con la idea desde el día que ella lo encontró. Sólo le aporté la posibilidad de comprarlo con el dinero que podría conseguir de unas muy revalorizadas acciones. Deduje de su planteamiento que no estaba dispuesta a perderlo, pero yo no estaba dispuesto a seguir trabajando para mi abuelo.

-¿Sigues ahí?
-Sí Rocío. Me había quedado pensando en tu pregunta?
-¿Puedes  responderla?

Antes que pudiera decir nada me surgió una idea. En ese momento sentí lo que tenía que hacer. Todo encajaba. El juego aún no había terminado.

-No voy hace nada, absolutamente nada que impida que tú seas la gerente del Hotel Bristol -dije mientras salía sonriente del banco y me dirigía a otro que se encontraba enfrente-
-Entonces ¿Vas a firmar?
-No amor, voy hacer lo que teníamos previsto. Un beso mi vida. -tras lo cual colgué sin darle opción a Rocío a más preguntas y poniendo el móvil en modo silencioso-

Unos veinte minutos despúes de haber salido de la sala donde me recibieron regresé a ella. Werner cortó su llamada de móvil en cuanto entré. Antes que preguntaran les dije:

-Lo he pensado y lo he hablado con Rocío. Quiero que nos déis un día para pensar. Si no hay problema mañana por la mañana a primera hora regresaré al banco para comunicar la decisión. No quiero tenerles ocupados más tiempo.

Werner torció un poco el gesto y, tras pensarlo unos momentos, le pareció correcto. Mientras nos despediamos procuré que Werner saliera antes que yo. Sabía que lo había entretenido mucho tiempo y tendría prisa. En ese momento y procurando que ambos me oyeran le pregunté al director de la sucursal por algún hotel en el que poder dormir esa noche.

Cuando la alargada sombra de mi abuelo salió del banco y me quedé a solas con el Director y le dije dándole en un papel el número de la cuenta que acababa de abrir en el banco de enfrente:

-La decisión está tomada. Quiero vender las acciones de la SA y que transfieran el dinero a esta cuenta.

El Director estaba atónito. No entendía todavía lo que estaba haciendo así que añadí:

-Vaya buscado plazas en el colegio alemán de Valencia. Por lo que me dijo será usted el nuevo administrador de Rocafe. Espero que, si mi novia fuera la gerente, su relación con ella sea buena. Rocío sabe lo que hace y seguro que el negocio funcionará muy bien.

No me separé del Director hasta que estuvieron firmados todos los papeles de venta de las acciones. Sabía que el Director llamaría a Werner en cuanto me marchara. Cuando salí del Banco comprobé que tenía varias llamadas perdidas de Rocío. No respondí en ese momento. Me fui a descansar a una modesta pensión muy diferente del hotel que me había recomendado. Desde allí la llamé y le conté mi decisión.

Tres días más tarde, cuando el dinero estuvo ingresado en el otro banco y con más de 40 llamadas no respondidas de mi familia, volé a Valencia. Había quedado con Rocío. Sólo había mantenido contacto telefónico con ella.

Nos besamos apasionadamente nada más vernos. Hacía demasiados días que no estábamos juntos. Teníamos mucho de que hablar pero nuestros cuerpos se reclamaban.

Más tarde y más relajados conversamos en la cama.

-¿Te ha llamado mi abuelo en estos días?
-No. Si que me han llamado tu madre y tus hermanas, pero no he tenido noticias de él.
-Me lo esperaba. Aún tiene que tomar la decisión final si te nombra gerente del hotel o no. Creo que espera mi siguiente movimiento.
-¿Qué crees que va hacer?
-Nombrarte a ti. No tiene otro candidato ni experto en la materia. Además si no te nombra ya no habría forma de que yo me acerque a la familia que es lo que más desea.¿Acaso no compró el hotel para que siguiera con él?
-Crees que espera tu siguiente movimiento ¿A qué te refieres?
-Espera ver donde invierto el dinero de las acciones.
-¿Has pensado ya en algún proyecto?
-No. Tendrá que actuar en relación al hotél Bristol sin saberlo. No puede retrasar el nombramiento con todas las reservas que ya tiene. Además aún no he decidido que haré con el dinero. Sé que me convertiré en un empresario autónomo pero he de estudiar el mercado.
-Sigues sin librarte de él.

La afirmación de Rocío me dejó pensativo. Rocío espero callada mi respuesta y al rato de dije:

-No me dejará nunca. Llevo su sangre. Somos demasiado parecidos. He aprendido a su lado y gracias a eso nunca me comportaré como él. El papel de tirano y corruptor se lo dejo entero.


LA CLASE 20 de junio 2020

16 al 20 de junio de 2020 LA CLASE Lunes Su aspecto todo él era cuadrado. Incluso por partes era cuadrado, tirando a o...