martes, 19 de noviembre de 2019

Intento de arrancar con uno de mis relatos

Argumento:

Celeste y su novio Miguel acaban de irse a vivir juntos por primera vez. Celeste es escritora, trabaja en casa y pasa muchas horas allí sola. Mientras escribe y se encarga de terminar de colocar todas las cosas de la mudanza descubre que desde su cuarto de baño se oye perfectamente a sus vecinos. Se aficiona a escucharles un ratito todos los días y es entonces cuando, creyendo oír la voz de Miguel, se obsesiona con la idea de que este la engaña con la vecina de arriba.

Os dejo aquí un trocito del principio. Está sin corregir ni nada pero así saldo mi deuda de no haber colgado nada últimamente. ¡Perdón!





Llevo tanto tiempo idealizandote que te has convertido en uno de mis personajes de ficción.

Está oscuro y hace mucho frío, estoy recorriendo un pasillo. Puedo ver el final pero no sé dónde empieza. Estoy en una casa que me resulta familiar pero es como si hubieran movido todas las habitaciones de su sitio. Es de día y aunque las ventanas son bastante grandes apenas entra la luz. Se escucha “Kooks” de David Bowie, el sonido llega desde una de las habitaciones y rebota entre las paredes vacías de este lugar hasta perderse en el pasillo oscuro del que vengo. Will you stay in our lover’s story?. “Hunky Dory” es el disco favorito de Miguel. Se escucha una risa, es él pero hay alguien más. De repente, por primera vez desde que he entrado aquí, siento miedo y se me doblan las rodillas. Echo a correr buscando la estancia de la que provienen las risas y me doy cuenta de que en toda esta casa, que parece infinita, no hay un solo espejo. Escucho una luz tenue y veo ruido. Cuando llego allí me encuentro a Miguel, está con una mujer. Tienen el tocadiscos en marcha. Una náusea me recorre el cuerpo. Empieza en la punta de los dedos de mis pies descalzos y termina en la boca de mi estómago. Quiero gritar pero cuando abro la boca no emito ningún sonido. Miguel me ha visto, veo terror en sus ojos pero ni rastro de culpa. La mujer se gira hacia mí, le miro y está ahí pero no puede ser. Will you stay in our lover’s story?. If you stay you won’t be sorry.

Abro los ojos. Fuera llueve y hace tanto viento que la ventana de la habitación se ha abierto  de golpe. Tardo unos segundos en darme cuenta de dónde estoy. Miguel está a mi izquierda, tan profundamente dormido que ni se ha dado cuenta. Está entrando el agua dentro y me levanto a cerrar la ventana que es vieja y de madera. Tan solo han pasado dos días desde que estamos aquí. Las mudanzas me ponen triste, aunque he hecho incontables en los años que llevo de vida. Se suele decir que la gente que se traslada a menudo tiene dificultades para echar raíces pero yo ya me siento en casa y le digo a la gente que en mi barrio hay una cantidad increíble de fruterías, los vecinos son estupendos y en la panadería de enfrente hacen un café buenísimo.

—¿Qué haces ahí de pie?

—El viento ha abierto la ventana. Habrá que cambiarlas, son viejísimas ¿te he despertado?

Pero Miguel ya está roncando de nuevo. Me meto en la cama y enrosco mis pies fríos entre los suyos. No puedo dormir con los pies fríos o el estómago lleno, tengo pesadillas.

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