No lo voy a tocar más..., hoy
Espero vuestras opiniones
Siento estar bloqueada, pero es lo que hay
LA CLASE
Lunes
Entró en la clase, precedido por la directora.
-Les presento al profesor don Salvador Picher Maroto, les dará clase de…
Él sin escuchar lo que decía ella, observó el alumnado y pensó:
“Los hay de todos los colores y razas. Que esta gente se fuera del país, nos ahorraría mucho dinero”
Hacía tiempo que nadie le daba trabajo, si hacer una simple sustitución de una semana, se le podía llamar trabajo.
Era un Instituto viejo con la fachada desconchada, llena de pintadas, con mucho emigrante, se encontraba en un barrio de las afueras y pecaba a veces de problemático.
Se volvió a la directora, parecía que había dejado de hablar hacía rato; y ahora, ella lo miraba con cara de quererlo asesinar.
-En realidad me llaman Boro…, Boro Picheta
Él sonrió con los labios en línea recta; no le había gustado como le había mirado esa mujer tan asquerosa, debería estar incapacitada para el puesto que ocupaba. Era fea.
La directora salió, se le notaba ofendida y él empezó diciendo:
-Solo voy a estar aquí una semana, así que hoy podéis hacer lo que queráis, incluso si queréis estudiar otra asignatura y soltó una carcajada.
Inmediatamente se hicieron grupos en la clase para cuchichear.
Él se fijó especialmente en un grupo de chicas, las miró con esos ojos pequeños que no destacaban en su cabeza cuadrada; esa cara, que reflejaba todos los vicios habidos y por haber.
Y su pensamiento se revolucionó.
“¡Míralas como van!, están pidiendo guerra. Yo fuera de aquí las agarraría por el coño…, pero solo a las bonitas; las comenzaría a besar, SÍ, automáticamente, es… como un imán… no puedo esperar”.
-¡¡Uf!! -salió de su boca sin control, su flequillo hipnótico y su labio superior, le sudaban-.
Pegó dos palmadas para llamar la atención.
-LA CLASE HA TERMINADO.
Al principio todos se quedaron parados, sin saber qué hacer, cómo actuar. Poco a poco fueron recogiendo las cosas y saliendo, observando de reojo al nuevo profesor.
Las chicas que antes había mirado, estaban todavía arremolinadas en un lado de la clase hablando entre ellas, al final se dirigieron hacia la puerta. Él, de un salto, se colocó para estrechar el hueco que se había formado hasta la salida
A la altura de ellas, empezó a hacer sonidos con la nariz como olfateándolas y soltando sonidos.
Ellas apretaron el paso y salieron al pasillo, ya fuera hicieron una señal y se dirigieron al cuarto de baño
Chelo que llevaba la voz cantante, dijo:
-¿Habéis visto como nos ha olisqueado?
-¡Qué asco! –dijo otra.
-A este chulo de mierda le tenemos que preparar algo –retomó la palabra Chelo-. Sólo, para que se acuerde del lugar donde va a estar una semana
Empezaron a decir ideas, Clara que estaba en el rincón sugirió
-Le ponemos una bomba fétida en la pata de la silla y cuando se siente se esclafa
Todas empezaron a decir que era una niñería y que además de dónde sacaban una bomba fétida de hoy para mañana
Elia, poniéndose bien las gafas, era la lista, contestó:
-Tengo un tintero pequeño, pongo azulete, que sé dónde lo guarda mi madre, echo vinagre, se mezcla bien y… ya está. No os podéis imaginar lo mal que huele, supera a la fétida
Todas la miraron no muy convencidas
-Loli, la más tímida, dijo:
-Echar caramelo líquido donde se sienta el profe
-No seas pava –dijo Chelo- y siguió hablando.
- Con lo guarro que parece, una mancha en el culo no creo que le preocupe
Una de ellas metió la
mano en la cartera y sacó un cigarro, las cuatro se metieron en uno de los
váteres para fumarlo, estaban muy apretadas, a la que le tocó la esquina empezó
a querer salir porque había una gran telaraña con la habitante dentro que hacía
por querer subirse al hombro. Empujó a las otras.
Se habían emocionado. Las voces y risas las delataban.
De repente, la puerta se abrió y apareció doña Prudencia, la Directora. Sólo se le escuchó a ella decir con voz chillona:
-¡Ajá! Os he pillado.
-¡Salir! -y dando una colleja a todas dijo- una, dos, tres y cuatro
-¿Qué? ¿Queriendo pelarse la clase?
Ellas hicieron mención de hablar, pero se arrepintieron
Doña Prudencia, levantó la nariz, como oliendo. Pero no quiso averiguar nada más
-Estáis castigadas, durante un mes saldréis una hora más tarde
Entre risas escaparon corriendo hacia la salida. Se despidieron y dijeron:
-Mañana traer las cartas y después de clase jugamos unas partidas para matar el tiempo
Martes
Entra por la puerta hacia la pizarra, sin mirar a nadie de la clase. Coge la tiza y empieza a escribir, a la vez que lo hace, dice en voz alta.
-Hoy daremos técnicas
para dibujar –se da la vuelta hacia los alumnos y dirigiéndose a los chicos-
aunque no sé para qué, porque la mayoría de vosotros van a servir para la obra,
quizás robar… - y relajando la vista en las chicas- o para un mostrador, fregar
platos, limpiar culos o en el peor de los casos para… Bueno –mirando al fondo
de la clase- alguna ni para eso
Si el objetivo era
impresionar, lo estaba consiguiendo. Loli, la tímida, que se había dado por
aludida, se estaba poniendo roja, el nerviosismo se le notaba en las manos, la
verdad es que no era muy agraciada y el pelo lo tenía grasiento y recogido en
una cola. Se dirigió a ella
-Tú ¿Quieres algo?
Ella, haciendo la
acción de salir ya por el pasillo, solo pudo decir:
-No me encuentro bien
¿puedo ir al cuarto de baño?
Y él, señalando la
salida, le dijo:
-Si sales por la
puerta, no hace falta que vuelvas hoy, tienes un cero
Ella aceleró el paso y
salió, su cuerpo convulsionaba en arcadas y la cara estaba perdiendo el color.
Una sonrisa de ironía
asomó en la boca de él, no estaba entrando con buen pie en la clase, pero le
era igual.
A la mayoría de esas
caras de los chicos les hacía falta lo que su padre hizo con él cuando tenía
tan solo 13 años. Un buen día, apareció en casa, lo cogió del brazo como si se
lo fuera a arrancar y dijo:
-Basta ya, te voy a
quitar de las faldas de tu madre y vas a ser un hombre. –ese mismo día lo metió
en una academia militar y no volvió a la casa en tres años-.
Cómo lo odió en ese
momento, él, que siempre estaba del lado de su madre cuando la menospreciaba
delante de la gente o le pegaba en casa. Ahora, se daba cuenta, que su madre
era débil y que eso alteraba a su padre. Era ella la que provocaba la
situación. Pero al padre también lo jodió bien, estudiando más tarde Bellas
Artes en San Carlos
Y ahora, mirando todas
las caras que estaban en un silencio extraño a la espera de lo que pudiera
suceder después, dijo:
-La pelirroja ¿cómo te
llamas?
-Chelo… Consuelo cuando
pasan lista –dijo ella.
-Quiero que te pongas
en primera fila.
Ella se quedó sin
palabras. La rabia le hizo morderse el labio hasta notar el sabor de la sangre.
Sabía que la estaba observando hasta que por fin pudo sentarse en la mesa que
le había señalado. Estaba incómoda. No podía levantar la mirada hacia ningún
lugar
Veía en ese momento en
el profesor la misma mirada que odiaba en su padre. Sobre todo cuando últimamente
estando dormida, algo la hacía despertarse y su padre estaba allí. Muy cerca de
ella. Observándola. Para el gusto de ella, demasiado cerca
-Sí –sonó tan fuerte,
que la hizo volver físicamente a la clase al instante-.
Insistió él
- Ahí.
A ella se le escapó en
susurrro una frase.
-¡Baboso de mierda! Me
recuerdas a mi padre…
- Cerca de la ventana.
Así te veré mejor… ¿Qué has dicho?
Ella contestó
-Nada importante, que
hay algo en usted que se parece a mi padre
Él hizo mención de
contestar, pero se calló. No le había gustado que ella pensara que podía ser su
padre. Acaso ella lo veía mayor o quizás peor, viejo. En definitiva, queda
claro, que las mujeres no valen para nada, solo para satisfacer la bragueta.
A esa hora el Sol
entraba con fuerza a través del cristal. Hacía calor. Ella empezó a retirarse
el pelo hacia un lado. A él, le empezó a sudar la zona del bigote cuando la
miraba e intentaba todo el rato ponerse cerca de ella.
Ella desde su sitio,
cuando él se acercaba empezó a notar su transpiración, olía raro, como a perro
mojado. Le dio asco
Toca la hora de castigo
después de clase. La directora les ha dicho que se queden en el aula, sin armar
escándalo.
Cuando sale por la puerta, al rato se oye a Elia, la lista, que está asomada a la ventana
-Mirad, el pajarito tiene sed
Justo debajo de la ventana, en la pared, hay una pequeña fuente de chorro en mitad del patio. Rápidamente, Chelo se asoma, va a su cartera, coge una botella de agua, moja el pan del bocadillo que le ha sobrado por la mañana, se acerca a la ventana y se lo tira al Boro en plena cara
Sorprendido, mira hacia arriba al tiempo que las cuatro chicas tiran hacia atrás los cuerpos
El profesor empieza a pensar que son odiosas y que le están sacando de sus casillas. Le hierve la sangre, aprieta los puños, chirría los dientes…
“Guauu, como me apetecería prenderles fuego con un lanzallamas, sonríe cínicamente. Piensa, cómo serían sus movimientos retorciéndose, los cuerpos gesticulando como en una danza dantesca. Cada día que pasa le es más insoportable asistir a clase”
“Mucho me temo –sigue pensando- que me voy a tener que joder, no puedo gritarles o decirles cualquier cosa, porque aparecerá la directora histérica menopáusica esa y me pondrá de patitas en la calle o peor, no me volverá a llamar y no podré pagar facturas en un tiempo.”
Miércoles
Chelo=Consuelo cuando pasan lista, se sentó directamente en primera fila, ese día llevaba un escote en pico. Era la que más pecho tenía de la clase, la mayoría todavía no se pronunciaba en ese aspecto. Hacía ya algún tiempo que sabía el poder que tenía cuando hacía ciertas cosas. Como tocarse el cuello despacio. Retirar el pelo, lo tenía con reflejos rojos, largo y rizado. Ampliar con las manos el escote, para que entrara un poco de aire. Quería poner nervioso al profe.
Boro Picheta entró por
la puerta. Su aspecto es desaliñado, la chaqueta ajada por el cuello la coloca
en el respaldo de la silla. La mirada va directa a Chelo, ella deja caer el
lápiz y se inclina frente a él. Es inmediato. El profesor empieza a sudar el
bigote, el sudor se nota en la camisa, abre la boca como para articular
palabra, los ojos lo delatan porque no deja de mirar el escote.
-Hoy vais a hacer un bodegón-dice-.
Se oyó una voz femenina al fondo
-Pero no tenemos fruta, verdura, búcaros, platos, cestas… para poner de modelo.
-¡Qué poca imaginación! Lo dicho. Algunas solo vais a servir para fregar suelos
Bajó de la tarima y se dirigió a una bolsa de deporte que tenía un alumno a los pies. El chico no daba crédito, le estaba abriendo la cremallera y estaba rebuscando en el interior
-A ver, hoy habéis hecho gimnasia, pues pondremos unas zapatillas, calcetines y la pelota que usáis para balón tiro
-EMPEZAR.
Puso una zapatilla tumbada y otra en escorzo,
al principio hubo reniegos y pequeñas quejas, pero poco a poco la novedad les
hizo disfrutar con el dibujo, lo que
cabreó más al profesor y que la sonrisa cínica que tenía ladeada se fuera
borrando.
Loli, que desde el encuentro del martes,
intentaba pasar desapercibida, hizo un dibujo suelto y con gracia. El profesor cuando
llegó a su altura lo observó, por un
momento parecía que iba a decir algo positivo, pero lo levantó por encima de su
cabeza para que lo viera la clase y lo empezó a rasgar por la mitad lentamente
-Esto, es, una mierda
-¿No sabes hacerlo mejor?
-Lo dicho, de aquí a fregar suelos o a la esquina de la calle
“No los soporto, me dan ganas de invitarles a chuches pringados con droga, van a ser igual de insoportables, pero me voy a partir la polla cuando empiece el efecto. ¿Mira que si les gusta? Pues nada, con el tiempo unas encías de mierda que les va a quedar. Pero qué digo, yo no me voy aestar aquí para ver nada. Estoy deseando que acabe esta semana. “
Jueves
Esta vez, las cuatro habían pedido ayuda al resto de la clase para gastarle una putada al Boro. Idearon un plan. Hoy no había clase con él
Viernes
Y así, empezó el día
Esa mañana, le habían preparado algo más. Solo para reir un rato
Mesa al borde de la tarima, las dos patas delanteras casi en el aire y el cajón al otro extremo, por cerrar
-No va a salir bien -se oyó decir, pero nadie hizo eco de la frase-.
Entró en la clase sin ni siquiera decir los buenos días
La silla estaba ligeramente separada de la mesa para que no tuviera que apartarla o moverla.
Se sentó y miró el
cajón medio abierto.
Lo empujó con rabia para cerrarlo.
De un golpe.
La mesa volcó, el
instinto de él fue cogerla y el impulso le hizo caer desde arriba de la tarima
sobre ella.
Cuando todos se
asomaron asustados vieron la que habían montado, el brazo estaba a la altura
del codo puesto del revés y un trozo de hueso asomaba.
Todos soltaron un grito, había salido como se había planeado, pensaron sorprendidos.
Bueno, ver el brazo así no estaba siendo agradable. Resultaba curioso. Todos giraron la vista pasando de uno a otro la mirada, las caras eran de sorpresa, solo Jorge el delegado y pelota de la clase reaccionó, se atrevió a atravesar la puerta para ir a por la directora. Por supuesto a él no se le había dicho nada
El profesor seguía profiriendo gritos como un cerdo camino del matadero. Miraba alrededor, con los ojos como salidos de las cuencas, pero nadie se le acercaba, era como si tuvieran miedo de una fiera salvaje escapada de la jaula
Los alumnos fueron acercando sus espaldas a la pared, rodeando en cierta manera el cuerpo que se retorcía de dolor en el suelo, algunos salieron, otros las piernas no reaccionaban
Doña Prudencia apareció:
-Ya he llamado a la ambulancia.
La ambulancia tardó un poco. Todos los
alumnos estaban con un silencio extraño
la mayoría del tiempo. El profesor no
dejaba de quejarse, cagarse en todo
Al final apareció un médico hizo una primera
cura y le dijo a los camilleros que se lo llevaran.
La clase salió como en procesión hasta la
calle, al llegar allí Chelo salió de
entre el grupo y se acercó a la camilla antes de que la metieran en la
ambulancia.
Mientras iba hacia allí, el dedo índice de la mano hacía como pequeños círculos con el mechón de pelo rojo que le caía por la cara
Se paró al lado, inclinó ligeramente la cabeza hacia el profesor, lentamente se pasó la lengua por el labio superior y con un ligero guiño, le susurró al oído
-Ahora sí. La clase... Ha terminado.
Delia
1h del día 20 de mayo de 2020
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