Un soniquete de bolas bailando. Luces indirectas. Susurros
flotando al otro lado del salón. Un eco celebra algún premio aislado.
Mientras, yo agito los diminutos cubitos de hielo que nadan
en este vaso. A penas oigo los números danzando. Siento vértigo, casi me
desmayo. Me recuesto un poco más y ya no tampoco soy capaz de escuchar la música
de fondo. Tan solo estoy, ocupo un espacio, froto el cartón sobre el tapete
dorado. Y permanezco, esperando.
Quizá es porque es cálido, quizá porque el suelo es blando. Solo
en este rincón me calmo y consigo olvidar el pasado. Sentada en esta silla logro
descuidar los recuerdos. ¡Fuera bicho! Mientras, espero.
Un nuevo aroma y por fin despierto. He dejado pasar todos
los suculentos aperitivos, pero los rollitos veganos son todos míos.
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