Sexo en los 70’s
Sucedió ya de noche, antes de que el bingo cantara. Nunca,
ella nunca lo cantaba. Libando licor barato pasaba el rato y malgastaba su
corazón pleno de limaduras de lamentación. La otra estaba a su lado libando del
mismo licor y desgastando el mismo rubor. Las dos cruzan la mirada y sienten pues,
que un vértigo atroz, las inflamaba.
Deciden deglutir alegría embotellada y esperar a que el rubor
marchara y el vértigo candente, rebosara. Y a las pocas copas, las dos son dos
sopas.
Al final se suelta la
más despendolada arrastrando las palabras. “Vivo cerca de aquí y sola” Y la otra
replica acalorada “y yo no como carne soy vegana, pero por ti me lo saltaba.
Por cierto, no me has dicho cómo te llamas”. Las dos, ya presentadas, juntan
los labios y los mueven, mas ya no se hablan.
Las dos caen de la montaña rusa más alta. El vértigo las
embriaga, son adictas y no lo sabían, a la altura que sus dos lenguas alcanzan
y en su leve escudriñar en la salita de sus bocas una canta en sus adentros: ¡bingo!
¡Bingo por fin! Mira, la que nunca lo cantaba. No, no se esconden. ¿Alguien en la
sala no las fusila con la mirada? Se desconocen, mas no por mucho tiempo.
Y allá que van la sola y la vegana sin importarles lo que
dejan atrás: jarana en la sala, para toda la semana.
Al salir, en ellas, nadie repara. Sólo son dos ancianas a
las tantas de la madrugada. Cogidas de la mano hablando a gritos y sujetando
las farolas. Se ríen. Serán dos hermanas. Otro beso. ¡Ah! no, no serán.
Bebidas, sobándose y mareadas. Todo da vueltas a su
alrededor, es por el vértigo al que son aficionadas. Calientes van, directas al
portal de la más despendolada.
En la calle solo son dos sombras anaranjadas que, al entrar
tras el portal, caerán en un vértigo infinito. No es un vértigo de alturas, es
un vértigo de amar. Quizá dure un día, quizá hasta el final.
Pero esa noche, cuando crucen el portal, serán dos remolinos
encontrándose en medio del vasto mar, fundiéndose la una en la otra, creando un
remolino más grande y más voraz.
Esa noche, cuando crucen el portal, serán una y nada más.
Cisnerius
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