lunes, 21 de octubre de 2019

No se sabe si fue Ginés quien sedujo a la exmonjita, o la Mata Hari de El Palmar de Troya la que sedujo al santurrón. Tal vez simplemente estaban destinados a encontrarse y...



Sus padres le pusieron de nombre Jesús Hernández Martínez. Él eligió llamarse Sergio Ginés María. Muchos lo llamaron Gregorio XVIII. Otros le apodaron Ginesín. Su novia siempre prefirió llamarle «Mi Gánster».

Es la historia de un exseminarista y exmilitar murciano, que ingresó muy joven en la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, donde ejerció como sacerdote durante 27 años. En 2011 fue nombrado el tercer Papa de la Iglesia Palmaria con el nombre de Gregorio XVIII.

En abril de 2016 dejó el papado palmario y la vida religiosa definitivamente, alegando haber perdido su fe y llevándose de paso —según denunciaron miembros de la Orden— 2 millones de euros en efectivo, un indeterminado número de joyas, y el «papamóvil», un BMW X7 de alta gama valorado en 70.000 euros. Ginés se fugó con la que por entonces era su novia, Nieves Adriana Triviño, una exmonja de la misma orden, con la que se casó en septiembre de ese mismo año.

Por su parte, Nieves había sido monja de la Iglesia Palmaria de joven, pero hacía tiempo que había abandonado la orden. En 2016 Nieves trabajaba como animadora sociocultural del ayuntamiento de Monachil (Granada), era madre de dos hijos, divorciada y funcionaria. Al parecer seguía visitando con frecuencia la Iglesia Palmaria, donde algunos miembros de la orden la apodaban la «Mata Hari» de El Palmar de Troya, supuestamente por los libidinosos deseos que conseguía despertar entre los obispos.

Dos años después de que Ginés renunciara a su papado, protagonizó junto con Nieves un rocambolesco intento de robo en la sede de la que había sido su Iglesia. Aquel asalto estuvo decorado por una escalera telescópica, un par de caretas de payaso y el propio expapamóvil. Finalmente, todo terminó con una violenta reyerta y tres heridos de arma blanca; uno de ellos el propio Ginés. 

Ginés y Nieves fueron condenados a 6 años de cárcel, pero no llegaron a entrar. Consiguieron una rebaja de la condena de 5 años, y al quedar la sentencia definitiva en un solo año, lograron evitar la prisión. Al fracasar su plan tuvieron que buscar otra forma ganarse la vida. Comenzaron entonces la etapa de visitar varios platós de Telecinco y diversas redacciones de revistas del corazón, llegando incluso a protagonizar una portada de Interviú.

La historia del tercer Papa de la Iglesia de El Palmar de Troya es tan descabellada que parece pura invención y creo que solo puede ser contada con una buena dosis de humor. Me imagino este personaje como una especie de Wilt o de Ignatius Reilly. Alguien que se cree tocado por la mano de dios y, por tanto, muy superior al resto de pobres mortales. Una persona que ha llegado al convencimiento de ser más inteligente que los demás y que se cree capaz de trazar un plan maestro, tan perfecto-tan perfecto, que es imposible que salga mal. Por eso he pensado narrar la historia de cómo diseñó el plan de robo y cómo terminó todo, aunque puedan aparecer escenas anteriores o posteriores a aquel hecho. 

Me gustaría contar esta historia con el tono que le hubieran dado Tom Sharpe o John Kennedy Toole. Al menos es lo que me gustaría, pero no sé si podré. De lo que estoy segura es de que me voy a divertir muchísimo con este relato.

Entiendo que el tema de la «corrupción» encaja de varias maneras: la corrupción de la Iglesia, de la religión en general, de la moral, y básicamente de todo ser humano. Cómo es posible corromper a cualquier persona, sean cuales sean sus valores y creencias, si averiguas y le ofreces en bandeja su secreto objeto de deseo.

SGRunaway

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