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al 20 de junio de 2020
LA CLASE
Lunes
Su aspecto todo él era cuadrado. Incluso
por partes era cuadrado, tirando a obeso. La cara, como una máscara. Vestía camisa blanca con cierta presión en la parte abdominal, pantalón
vaquero y zapatillas de cuero marrón oscuro. Lo que más destacaba era el pelo
rubio peinado hacia delante, como queriendo esconder la calva. En el brazo
izquierdo sostenía una carpeta negra y una chaqueta azul marino, llevaba la
otra mano en el bolsillo. Se quedó parado mirando el instituto.
“Está para el derrumbe, solo hay que
ver las fachadas desconchadas. Llena de
pintadas. Claro que se encuentra en un barrio de las afueras y seguro, problemático”
“¿Quién me mandaría a mí ser profesor? ¡Yo!
que no aguanto los niños y a los adolescentes menos. ¿Pues qué va a ser? Don
dinero”.
“En el fondo, la gente en general no
está preparada para mi obra y a quien lo está, genera envidias. Mis cuadros deberían
estar ya colgados en museos, porque yo entrego en ellos toda mi rabia, pasión, ánimo…. Pero la
historia dice que hay que cascarla para
que venga un fulano, diga algo… y entonces, seas sublime. Lo bueno, cuando eres artista es que entras de otra
manera en los círculos de amistades, sobre todo en el de las mujeres”.
Salió una sonrisa estirada de sus
labios. Había llegado hasta la verja de la entrada. Los pasos se hicieron más
lentos.
“Me he puesto la camisa blanca, siempre
dicen que estoy guapo con ella. Hay que dar una buena impresión, sobretodo el primer día. Además, hacía tiempo que nadie
me daba trabajo. Bueno, si hacer una simple sustitución una semana, se puede
llamar trabajo”
Giró un poco de aire, haciendo que
el pelo se levantara como una tapa. Sacó la mano del bolsillo para pararlo. Sus
pies apretaron el paso hacia el interior del instituto.
“Si lo de fuera es trágico, dentro
se supera. No me pienso sentar en ningún sillón de este despacho, creo que me
quedaría pegado”.
La mujer que estaba al otro lado de
la mesa levantó la mirada de lo que estaba leyendo, el perro que tenía a sus
pies, también. Él se adelantó a hablar
-Querida doña Prudencia, qué placer
volverla a ver
“¿Qué color de pelo lleva? Es igual
que el del perro. Seguro que se lo tinta con azafrán y al chucho también”
Y siguió:
-Y su perro… ¿cómo dijo que se
llamaba?
-Whisky –contestó ella- Viene un poco ajustado de tiempo –señalando el
reloj de la pared-, pero dejaremos el papeleo para luego, ahora voy a
presentarle a sus alumnos
Entró en la clase, precedido por la
directora y su perro.
-Les presento al profesor don Salvador
Picher Maroto, les dará clase de…
“Por qué no se calla esta cotorra,
además ¿qué hace con un perro en el colegio, paseándolo por las clases? Perro
raro, raro…, parece un mil leches. Para raras las caras que estoy viendo. Los
hay de todos los colores y razas. Por los menos de dos o tres continentes...”
Miró alrededor.
“Vaya pocilga de clase, los techos agrietados, ventanas con mugre,
pupitres… Bueno y qué decir de la mesa de madera del profesor, a lo mejor se desplaza sola con la cantidad
de carcoma que debe tener dentro”.
Se volvió a la directora y a su perro
“¿Cómo ha dicho que se llama el
perro? Whisky, se llama Whisky. Sí, le va el nombre y además ella tiene pinta
de haber empinado el codo. Parece que ha
dejado de hablar hace rato y ahora, me
mira con cara de quererme asesinar. Improvisa, rápido . Tienes que ser
campechano”.
Y dijo:
-En realidad me llaman Boro…, Boro Picheta
“Tengo que hacerme con la clase. Un
chascarrillo ahora, un chiste mañana, sé cómo hacerlo”
Los alumnos rieron. Él sonrió con
los labios en línea recta, primero a la clase y luego a la directora. Ella hizo
una mueca. Él amplió más la sonrisa y dirigiéndose a ella, dijo:
-Hay que acercarse al alumnado con pequeños detalles. Así se relajan y la
clase se hace más amena.
Al decir la palabra detalles, buscó
con la mirada a la directora a la vez que gesticulaba con los dedos pulgar e
índice en paralelo. Ella no dijo nada.
“No me ha gustado como me mira, esta
mujer tan asquerosa debería estar incapacitada para el puesto que ocupa. Es fea”
La directora salió, no muy
convencida y él empezó diciendo:
-Solo voy a estar aquí una semana,
así que hoy hacer lo que queráis. Incluso podéis estudiar otra asignatura
“Vaya pinta de catetos. Me miran
como si no entendieran el idioma. Quizás solo son imbéciles”..
Inmediatamente se hicieron grupos en
la clase para cuchichear.
“Mira qué tenemos ahí al final de la
clase. De esas cuatro una tiene buen género”
Las miró con esos ojos pequeños que
no destacaban en su cabeza cuadrada; esa cara, que no reflejaba nada
Y su pensamiento se revolucionó. El
labio superior se agitaba
“¡Míralas como van!, están pidiendo
guerra. Yo fuera de aquí, las agarraría por el coño…, pero solo a las bonitas.
Las comenzaría a besar SÍ, automáticamente, es… como un imán… no puedo
esperar”.
-¡¡Uf!! -salió de su boca sin control, su flequillo
hipnótico y su labio superior, le sudaban-.
Todos le miraron. Pegó dos palmadas
para llamar la atención.
-LA CLASE HA TERMINADO.
Al principio todos se quedaron
parados sin saber qué hacer, cómo actuar. Luego continuó
-Hoy todo ha sido muy precipitado.
No he podido preparar la clase –titubeó- Mañana
les prometo que empezaremos a trabajar de otra manera
Se quedó en silencio de pie, sólo
mirando y sonriendo
“No los soporto. Les agujeraría las
pateras. Seguro que algunos padres de éstos, han entrado a nuestro país así”.
Poco a poco fueron recogiendo las
cosas y saliendo
“Me estáis mirando de reojo. Os veo”
Su mirada se perdió de nuevo al
final de la clase.
“Vaya con aquel grupito, tienen un
polvo rápido muy interesante”
Las chicas que le habían llamado la
atención, estaban todavía arremolinadas en un lado de la clase hablando entre
ellas, al final se dirigieron hacia la puerta.
“Esto no me lo pierdo, si me coloco
ahí, les estrecho el hueco que se ha
formado hasta la salida”
A
la altura de ellas, empezó a hacer sonidos con la nariz como olfateándolas,
soltando ruiditos a la vez que movía las cejas.
Ellas apretaron el paso y salieron al
pasillo
“Uyyy, las he puesto nerviosas, esto
promete”
Se asomó a la puerta y aún escuchó
-¿Habéis visto como nos ha olisqueado?
-¡Qué asco! –dijo otra.
-¡Baboso de mierda! –dijo la primera
“Baboso
de mierda ¿he escuchado bien? parece que la pelirroja tiene ganas de guerra. Si
es que todas son iguales, desde que se les notan las tetas se creen con poder.
Te iba a decir yo lo que iba a poner
entre ellas.”
Las
adelantó en el pasillo y vio cómo se metían en lo que parecían los baños. Una
de ellas había sacado un paquete de cigarrillos de la mochila y él se había
percatado perfectamente.
Frenó
un poco la velocidad de los pasos. Miraba a un lado y a otro. Buscaba algo
“¿A
ver. A ver? Estaba por aquí ¡Ah! ¡Sí!, Sala de Profesores, voy a ver si tienen
café, necesito un café doble. ¡Vaya! Aquí es, ¡Jope! Qué cara de frustrados que
tienen todos”.
-Buenas…
Soy el nuevo profesor de dibujo…
Salió un hola general de todos. Una
levantó la mano con una taza y dijo:
-¿Quieres un té, rojo, verde,
negro…?
Se quedó mirándola
“Su
aspecto es de persona reseca. No hay
dónde agarrarse… ¿Qué está diciendo? Me ha ofrecido un té. ¿Un té?
Hierva de lavar los pies. Ni me molesto en contestarle. Venga Boro pon tu
sonrisa más atractiva y dile algo bonito. A ver que pienseee... ¿Lagartija frustrada?”.
-¡Qué
amable! Me voy a sentir como en casa –y sonrió al decirlo
Sonó un ruido a su espalda. Todos
miramos hacia allí. Era la directora que había abierto la puerta con demasiada
fuerza y la había estampado contra la pared. Entró como una tromba en la
Sala diciendo:
-¿Sabéis a quién he pillado en los
servicios encerradas en un váter fumando?... pues a Chelo y a sus tres
mosqueteras. Están ideando algo. Las he visto entrar en los servicios y las he
seguido, se han cerrado las cuatro. No sé ni cómo han cabido en un espacio tan
pequeño. Hablaban de hacer algo a un guarro de mierda en la clase. Han empezado
a decir cosas, que no he logrado entender. Hasta que a una le ha caído una araña o algo en la
cabeza y se han puesto a chillar y despotricar.
Y claro, he tenido que intervenir.
Hizo con la mano en el pecho como si
le faltara el aire y continuó
-He abierto la puerta, las caras que
han puesto de sorpresa las ha silenciado. Les he pedido que salieran. La
histérica del fondo no podía parar de pegarse manotazos en el hombro y en la
cabeza, mi reacción ha sido mientras salían darles una colleja a cada una,
mientras las contaba en voz alta… una, dos, tres, cuatro… y preguntar ¿qué
hacéis ahí dentro? He dado un vistazo al interior, pero lo único que he notado
es humo.
“Ahora se calla, buagg… es su
momento de gloria, todos la están mirando, a mí en realidad me la bufa. Rediós, qué feo es el perro de los
cojones, parece un cruce de perro ratonero y chou chou, lo dicho, un mil leches”
-Las he castigado –dijo al fin- Saldrán
una hora más tarde de clase durante un mes. ¡Y ya está! No deja de ser una
chiquillada lo que han hecho. Y anda que se han inmutado. Han cogido la puerta
las cuatro y han echado a correr, no podían contener las risas…
-Perdone
la interrupción -dijo mirando el reloj de su muñeca- Me tengo que ir ya.
Hizo un movimiento de cabeza a todos
simulando un saludo, sonrió a la lagartija frustrada y dijo:
-Hasta mañana –pasó por delante de
la directora, miró al perro y salió-
“Otra
vez, me ha mirado con cara de querer asesinarme. Como estoy disfrutando,
sacarla de sus casillas está siendo
fácil ¿qué tal si le doy una patada al perro cuando ella no me vea?”
Dejó atrás la puerta de la entrada
del colegio en el patio, todavía quedaban grupos de alumnos.
“Míralas ahí tengo a las
protagonistas, como están de espaldas igual les doy un susto y de paso oigo lo
que dicen”
-Mañana, para la hora de después de
clase traer cartas, jugamos unas
partidas para matar el tiempo o pensamos algo ¿Vale? –dijo la tal Chelo
“Se están pegando codazos. Me han
visto. Hagamos un quiebro y salgamos de esta mierda de Instituto. Que les den”
Metió la llave en la puerta de casa.
La abrió. Estaba a oscuras.
“En otro tiempo cuando llegaba, la casa
estaba iluminada, las ventanas abiertas o algún punto de luz que decía que ella
estaba allí. Esperándole. Ahora, el aire estaba viciado, espeso”.
Levantó la persiana del salón y
empezó a decir lentamente, con rabia:
-Es mejor así. Ella era muy
diferente a mí e intentaba cambiarme continuamente. Me hacía sentir incómodo
“No me gusta sentir que hablo solo y
me molesta recordarla. Fue ella la que me convenció para que diera clases”.
- En qué mala hora… -otra vez volvió
a hablar solo-.
“Nunca he soportado su lucha por la
igualdad. ¿La igualdad? Siempre con lo mismo. ¿Acaso no se daba cuenta que el
feminismo atenta contra lo natural?
-Me voy a tomar algo. Tengo que
salir a respirar
Martes
Entró en la clase y se dirigió directo a
la pizarra, sin decir palabra, ni mirar a nadie. Cogió la tiza y empezó a escribir “ATRÉVETE,
HAZ VOLAR TU IMAGINACIÓN”, a la vez que lo hizo, todavía de espalda, dijo en
voz alta:
- Quiero que lo que pone en la
pizarra os llegue y se quede ahí -girándose lentamente se tocó la sien con el
dedo índice-. Hoy daremos técnicas para dibujar y mañana lo pondremos en
práctica. El material que necesitaréis lo podéis tener en casa, hilos de
distintos grosores, cañas, cepillos de dientes…, incluso os lo podéis fabricar
vosotros –sonrió, los labios se estiraron tanto que parecía un payaso- Los
chicos ¿ya sabéis lo que queréis ser el día de mañana? ¿Y las chicas? ¿Pensáis
seguir estudiando? Lo tenéis claro ¿no? –Silencio, se miran entre ellos- No he
querido decir que no piense que no sois iguales, no es eso, lo digo porque
vosotras parece que siempre lo tenéis más claro en esta edad adolescente, sois
más sensibles y a algunas les tira lo de ser madres…
“Aunque no sé para qué están aquí. Que esta gente se fuera del país, nos
ahorraría mucho dinero. La mayoría van a servir para la obra, apretar
bombillas, quizás robar… - y relajando la vista en las chicas- o para un
mostrador, fregar platos, limpiar culos o en el peor de los casos para… Bueno mirando
al fondo de la clase alguna ni para eso”
“Soy impresionante, la tímida se ha
dado por aludida, está poniéndose roja, le tiemblan las manos, la verdad es que
no es muy agraciada y el pelo lo tiene grasiento y recogido en cola. A por
ella…”
Levantando la cabeza y señalando con
la mano dijo:
-Por ejemplo, la chica del final de la clase.
Sí. Tú ¿Qué esperas del futuro? Puedes decirlo a la clase. Hablar y escucharse
uno mismo es bueno. Hace que la mente lo capte, te ayuda. No seas tímida. Son
tus compañeros y yo estoy aquí para orientarte. Di algo, demuestra que lo que
dice tu mirada es la claridad de futuro que tienes…
Ella, se levantó, fue por el pasillo y solo pudo decir:
-No me encuentro bien ¿puedo ir al
cuarto de baño?
Y él, señalando la salida, le dijo:
-¿Necesitas algo? Solo tienes que
decirlo ¿Quieres que te acompañe alguien?
“Por mí, como si no vuelves, una
menos, te puedes llevar también a los dos negritos y a la panchita”
Ella aceleró el paso y salió, su
cuerpo convulsionaba en arcadas y la cara estaba perdiendo el color. Un
fruncido de cejas asomó en la cara de él, mirando cómo se iba
“Vaya caretos tienen todos, a la
mayoría de estos les hace falta un padre como el mío que a los 13 años apareció un día me cogió del brazo, casi lo
arranca y dijo: te voy a quitar de las faldas de tu madre y vas a ser un
hombre. No volví a casa en tres años me encerró en una academia militar”.
Se oían cuchicheos y entonces dijo:
-¿Alguien quiere acompañarla?
Todos se callaron, ninguno hizo
mención de levantarse
“Lo sabía, la repudian como yo, su
aspecto no les gusta. En realidad ellos son los crueles, les pilla más cerca el
ayudarla si quisieran. También yo pude ayudar a mi madre cuando era
menospreciada por mi padre delante de la gente o le pegaba en casa. Ahora, me
doy cuenta, que mi madre era débil, eso lo alteraba, lo provocaba. Aunque a mi
padre se la guardaba, por lo que me hizo esos tres años. Lo jodí bien el día
que dije que quería estudiar Bellas
Artes y que la abuela, su madre, me lo pagaba”.
“Voy a seguir con la siguiente. A
por ella”
-¡Tú! La pelirroja ¿Cómo te llamas?
Ella contestó:
-Chelo… Consuelo cuando pasan lista.
Él le dijo
-Quiero que te pongas en primera
fila.
Ella se quedó sin palabras.
“Noto como la rabia le ha hecho
morderse el labio, se ha enrojecido, es dura, se está haciendo sangre. Si voy
ahí, te la chupo como un vampiro. No puedo dejar de mirar su trasero y ella se está dando cuenta. Tengo que
inventarme algo para tenerla más cerca”.
-Sí –dijo él, sonó fuerte, sus
pupilas se movían de un lado a otro- Ahí –insistió, mientras acercaba su aliento
a la nuca de ella, el vello del cuello se le erizaba- Me ha dicho la directora
que os separe, ya me ha puesto al corriente que estáis castigadas. Yo no soy de
la opinión de hacer estas cosas, pero son órdenes
A ella se le escapó una frase que
arrastrándola se desvaneció sin terminarla
-Me recuerdas a mi padre…
Siguió él hablando:
- Cerca de la ventana. Así te veré
mejor… ¿Qué has dicho?
Ella contestó, ya más entera y
mirándolo
-Nada, que hay algo en usted que se
parece a mi padre
Él hizo mención de contestar, pero
se calló.
“No me gusta que piense que puedo ser su padre. ¿Acaso me ve viejo?
En definitiva, queda claro, que ni las adolescentes valen para nada, solo para
satisfacer la bragueta”.
A esa hora el Sol entraba con fuerza
a través del cristal. Hacía calor.
Ella
empezó a retirarse el pelo hacia un lado. A él, le empezó a sudar la zona del
bigote, se volvió hacia la pizarra. Tiró
mano a su paquete, levantó una pierna
y frunció los ojos.
“Mierda,
se me ha enrollado un pelo”
Señaló
el reloj de su muñeca y dijo:
-Es la
hora –miró hacia Chelo- Ustedes cuatro, toca la hora del castigo, los demás
salgan
Cogió su chaqueta de la silla y se
fue.
“Esa cría me ha puesto… lo que menos me gusta es empezar a sudar y
oler a perro mojado. Creo que he visto una fuente en el patio”
-Mirad, el pajarito tiene sed –era una voz
femenina-.
“No me lo puedo creer, la tal Chelo esta asomada a la ventana, hago
como que paso o… ¿qué me ha caído en la
cara?
-¡Qué asco!-se lo quitó con
aprensión-
-Es pan, pan mojado –levantó la
vista-.
“Ya no hay nadie en la ventana”.
Apretó los puños, se oyó chirriar
los dientes.
“Son odiosas. Crías de mierda. Como
me apetecería prenderles fuego con un lanzallamas. Ver sus cuerpos
retorciéndose como en una danza. Cada día que pasa soporto menos dar clase. ¡Vaya! Me voy a
cruzar con la lagartija. Huyamos”
Sonrió y con un ademán con la mano,
inició el paso saliendo al exterior
“Mucho me temo que me voy a tener
que joder, no puedo gritarles o decirles
cualquier cosa, porque aparecerá la directora histérica menopáusica esa y me
pondrá de patitas en la calle o peor, no me volverá a llamar y no podré pagar
facturas en un tiempo.”
Miércoles
Chelo=Consuelo cuando pasan lista, se
sentó directamente en primera fila, ese
día llevaba un escote en pico.
-Que
viene Boro Picheta –se oyó una voz de chico en clase
El profesor entró. Miró hacia donde
se había oído la voz y sonrió. Su aspecto era desaliñado, la chaqueta ajada por
el cuello la colocó en el respaldo de la silla. La mirada fue directa a Chelo,
a ella le cayó un lápiz y se inclinó frente a él
El profesor se tocó el bigote con la
mano. Abrió la boca como para decir algo
“Está
desarrolladita la niña, vaya escote, es la que más tetas tiene y el pelo rojo
me pone a cien. Menos mal que hoy no me he puesto el vaquero y llevo el gayumbo suelto”
Se
dirigió a la clase, gesticulando con las manos
-Hoy vais a hacer un bodegón. Quiero que uséis
el material que halláis traído, buscad texturas nuevas, mancharos las manos...
libertad absoluta
Se
oyó una voz femenina al fondo
-Pero
no tenemos fruta, búcaros, cestas… para poner de modelo.
“Lo
que no tenéis es imaginación. Lo dicho, algunas solo vais a servir para fregar
suelos. Mira, ya ha vuelto la pelo graso”
-Hay
que tener imaginación –contestó él y se
oyó una risita en primera fila, coreada por unas cuantas más
“Mira el guaperas de la clase, qué
graciosillo está, te vas a reír de tu padre. Te agacho el tupé en un momento”.
Bajó de la tarima y se dirigió a la
primera fila, diciendo:
-Observad. Un bodegón es cualquier
materia muerta; es decir, cualquier objeto que tengamos a mano. Por ejemplo -se
agachó y cogió la bolsa de deporte que tenía a los pies el que se había reído.
El chico empezó a decir:
-No me lo puedo creer, está, está…
-no acabó la frase, el profesor abrió la cremallera y rebuscó en el interior de
la bolsa, a la vez que decía:
-A ver. Hoy habéis hecho gimnasia, pues
pondremos unas zapatillas, calcetines, la pelota que usáis para balón tiro y…
esto no –sacó el calzoncillo con dos dedos como el que no lo quiere tocar
mucho, lo levantó en alto y lo dejó sobre la mesa, todos se rieron- ¡Eh!, no me
mires así –se dirigió al muchacho- No hay que dar importancia a ciertas cosas.
Todo esto –señaló las cosas que iba depositando, incluido el calzoncillo- es normal,
natural, todo está en el pensamiento que lo ve sucio, sudado. Además estás
entre compañeros, no hay nada de qué avergonzarse. Vale de risitas y EMPEZAR.
Puso una zapatilla tumbada y otra en escorzo,
al principio hubo reniegos y pequeñas quejas, pero poco a poco empezaron a
dibujar en los cuadernos.
-Os doy veinte minutos para
terminarlo –dijo mientras paseaba por la clase
“No te jode, ahora va y están
disfrutando con el dibujo. Mira hasta la del pelo de mierda parece que está
emocionada. Solo pensar en esa chica me dan ganas de vomitar”.
Se dirigió hacia ella, cuando llegó a
su altura observó el trabajo, era con diferencia de lo mejor de la clase. Se
puso a su lado y dijo:
-¿Veis? Este dibujo, tiene cierta
gracia. Está suelto, encajado, quizás le falte trabajar más las sombras para
que tenga volumen...
Cogió el dibujo, lo levantó por
encima de su cabeza para que lo viera la clase dando una vuelta completa. Se
oyeron comentarios positivos, acto seguido, lentamente, lo empezó a rasgar por
la mitad, luego la mitad de la mitad… y se lo entregó. La chica se quedó
mirando los trozos, su cara estaba roja, la cabeza agachada mirándolos.
El profesor la miró y dijo:
-No te tiene que afectar tanto. En
la vida como en cualquier cosa que emprendas, tienes que buscar lo sublime, trabajarlo,
superar lo hecho. Si te quedas con ese dibujo, nunca lo volverás a intentar.
Hacer este acto ha sido por tu bien. No lo olvides –y se dirigió a su mesa-.
“Lo dicho, de aquí a fregar
suelos –y mirando a Chelo- o a la esquina de la calle, solo servís como
desahogo sexual. No soporto a los idiotas, sobre todo a estos emigrantes de
mierda, me dan ganas de invitarles a chuches pringados con droga, van a ser
igual de insoportables, pero me voy a partir la polla cuando empiece el efecto.
¿Mira que si les gusta? Pues nada, con el tiempo unas encías de mierda que les
van a quedar. Pero ¿qué digo? No voy a estar aquí para ver nada. Estoy deseando
que acabe esta semana. “
Jueves
-Hoy no tengo clase –dijo en voz alta con una
gran taza de café en la mano y mirando alrededor -. Qué desastre de casa, menos
mal que vivo solo. A ver quién es la guapa que convenzo para que limpie.
Se
acercó a la ventana del salón, mirando a lo lejos
“Creo que no soportaría ver como
limpia y contonea las caderas. Lo de convivir con otra persona no estuvo mal un
tiempo, era agradable llegar a casa, tener la comida hecha, ordenadas las
cosas… Aunque lo más importante para mí era follar.”
Siguió andando por la casa, dando
pequeños sorbos al café, cada puerta que abría era un desastre
“Al principio era fácil y en cualquier
lugar. Luego exigía…, -con más preámbulo-
decía. Y yo, con la imaginación que tengo, cualquier roce de su cuerpo con mi polla… me lanzaba. Ella
se resistía, eso me excitaba y la agarraba de tal manera, que no pudiera
moverse…”
Estaba apoyado en el quicio de la
puerta del dormitorio, su labio superior se puso a sudar.
“Y ya estaba la bronca montada. Yo
le decía que la culpa era de ella, que iba cargado. Ella no paraba con -Eres el mayor egoísta que conozco. Ves
demasiado porno y crees que eso es la realidad. Siempre te la estás cascando para sentirte macho y encima con
eyaculación precoz- Y claro, alguna hostia se escapaba. ¿Ves? Era ella quien
tenía el problema, nunca estaba dispuesta, era fría y no me respetaba como
hombre”
Salió
al pasillo, no soportaba recordar esas escenas
“Mira que se lo decía, con lo fácil
que soy de llevar. Por eso, en el desespero la insultaba, se escapaba algún
empujón…, sacaba lo peor de mí. Eso no lo captó nunca. No cedió.”
Mientras andaba, parecía buscar
algo, gesticulaba con las manos.
“Aún recuerdo sus últimas palabras
cuando se fue –Necesitas una madre para
que te cuide, una puta para que te folle… y… ni soy puta, ni soy tu madre- ¡Será
zorra!, mentar a mi madre…”.
Empezó a titubear, se acercó a la
salida de la vivienda. Dejó la taza de
café encima de un montón de cartas sin abrir sobre el mueble del recibidor. Puso
la mano sobre el pomo de la puerta, cogió las llaves y salió pegando un portazo
Viernes
Se quedó parado en la puerta observando
el interior de la clase en especial a Chelo y sus mosqueteras
“¿Qué hacen esas futuras putitas
tocando mi mesa? Seguro que han puesto algo en algún cajón”.
Entró en la clase sin ni siquiera
decir los buenos días
Observó que la silla estaba ligeramente
separada de la mesa
Se sentó mirando fijamente a las
cuatro del fondo
“Hoy
Chelo no se ha puesto en primera fila, ¿pretende desafiarme?”
Y miró el cajón medio abierto.
Lo empujó con rabia para cerrarlo.
De un golpe.
La mesa volcó, el instinto de él fue
cogerla y el impulso le hizo caer desde arriba de la tarima, sobre ella. Se oyó
un chasquido.
Cuando todos se asomaron asustados y
vieron la que se había montado… El
profesor, intentó incorporarse, pero el brazo derecho estaba descolgado del
hombro y no le respondía. Empezó a bramar de dolor
Todos soltaron un grito.
Ver el brazo así, no estaba siendo
agradable, parecía sin vida. Resultaba curioso, pero no agradable. Todos
giraron la vista pasando de uno a otro la mirada, las caras eran de sorpresa,
solo el delegado y pelota de la clase reaccionó, se atrevió a atravesar la
puerta para ir a por la directora.
El
profesor después de intentar levantarse, sin éxito, volvió a estar como
despanzurrado sobre la mesa y el suelo. Al principio parecía sin
conocimiento, pero inmediatamente empezó
a proferir gritos como un cerdo camino
del matadero.
Miró alrededor, con los ojos como salidos de
las cuencas, pero nadie se le acercó, era como si tuvieran miedo de una fiera
salvaje escapada de la jaula
Los alumnos fueron acercando sus espaldas a la pared,
rodeando en cierta manera el cuerpo que se retorcía de dolor en el suelo,
algunos salieron, otros las piernas no reaccionaban
Doña Prudencia, la directora apareció, la acompañaba otra mujer y el
perro. Todos se quedaron mirándolas. Luego dirigiéndose a la clase dijo:
-Ella es Marta la madre de una
alumna y estaba conmigo en el despacho cuando me habéis avisado. Pero
tranquilos ya he llamado a la ambulancia –y a continuación se quedó muda viendo
la escena-.
Todos los alumnos estaban con un
silencio extraño la mayoría del tiempo. El
profesor no dejaba de quejarse, cagarse en todo
-¿Quién ha sido? –bramaba.
La directora intentó, calmarle
-Ha sido un accidente.
-¡Cállate bruja! ¡Mal parida! –le dijo con los ojos empequeñecidos de odio-
y quita tu perro de aquí, si me vuelve a lamer, le muerdo
E insistió
-¿Quién ha puesto la mesa al borde
de la tarima? –su vista se clavó en Chelo
La directora ya no quiso entrar a
apaciguarle. Simplemente se quedó observándolo, ahora con una mirada vacía y
controlando a Whisky que solo quería acercarse a donde estaba el profesor
-Ha sido ella –dijo el profesor- Ha
sido Chelo estoy seguro, porque las
imbéciles que la acompañan no tienen redaños. Ya sé lo que estabais haciendo en la mesa, dejar el cajón abierto para que yo
lo empujara. ¡Hija de puta!
De repente el profesor, dejó de
hablar. Parecía desmayado
La tal Marta se alejó de la
directora y se fue hacia el profesor. Se agachó y le cogió la mano. Se quedó
observando. Él estaba inerte y con los
ojos cerrados. De pronto se le oyó decir a él
-¡Mamá! ¿estás aquí?
“La
mano…, me da paz. Como cuando era
pequeño y me caía. Cogías la mano entre
las tuyas y me tranquilizabas. Pero no puede ser, tú has muerto. Yo
estaba lejos en la academia militar. Mi padre no me dejó salir para despedirme de ti. ¿Entonces? ¿Quién
eres?”
El profesor abrió los ojos que
empezaban a cubrirse de lágrimas, se quedó mirando el rostro de la mujer y le sonrió,
la boca acabó en una mueca grotesca. Luego los volvió a cerrar.
“No quiero que vean que lloro, tengo
que ser fuerte. Quiero que esta mujer me vuelva a coger la mano, pero que no
vea debilidad en mí”
Ella le dijo
-Tranquilo, soy traumatóloga
deportiva, trabajé en el Valencia Basket. Parece que se ha dislocado el hombro.
Quiero decir que el hueso superior del brazo se ha salido de su cavidad. Pero voy
a intentar solucionarlo.
Luego empezó despacio a palpar el
hombro, brazo… y dijo:
-Alguien tiene que sujetarlo fuerte por
detrás.
“¿Quién me ha agarrado el torso? No
quiero saberlo.”
Oyó como ella le decía
-Piense algo bonito. Un paisaje que
le relaje…
“Voy a pensar en su mano, la paz que
me ha dado… Mi brazo parece como si quisieran arrancármelo”
-¡Ahhhh! –gritó desgarradamente-.
“Se ha oído un click, como cuando una escopeta se carga…No puede ser ¿todo ha
vuelto a su sitio? Puedo menear la mano. Parece que el dolor tan fuerte
desaparece, pero es momentáneo, aún hay dolor”.
Por fin abre los ojos y mira a quien
lo tiene sujeto.
“No puede ser”
-¡Tú! No quiero que me toques –dijo el
profesor- Guaperas de mierda, mequetrefe –se formó en la boca una expresión de
rabia
El chico se levantó y se puso al
lado de la directora. Marta soltó su mano.
Apareció un médico. La ambulancia
había tardado poco comentaron. Marta le puso en antecedentes de lo que había pasado.
El médico, le puso una inyección en el brazo, se lo inmovilizó y le dijo a los camilleros que se lo llevaran.
La clase salió como en procesión hasta la
calle, al llegar allí Chelo dejó el
grupo y se acercó a la camilla antes de que lo metieran en la ambulancia.
Mientras iba hacia el profesor, el dedo
índice de la mano hacía como pequeños círculos con el mechón de pelo rojo que
le caía por la cara
“Niñata
de mierda, te cogía yo, te ponía de espaldas a la pared, tapaba la boca…, te
ibas a enterar”.
Se paró al lado de él, inclinó ligeramente la cabeza hacia el
profesor
“No te jode, si se sigue acercando…”
Y ella, tapándose con la mano para
que el resto de personas no viera el gesto, se pasó la lengua despacio por el
labio superior y con un ligero guiño, le susurró al oído:
-¡Ahora sí!. La clase... HA TERMINADO.
Delia